Lic. Viridiana Olmos
Palabra de Clío, A.C.
No obstante, no se ha encontrado, hasta el día de hoy, un solo documento que confirme la fecha exacta del nacimiento de Manuel de Sumaya. De lo único que se puede estar seguro es que fue bautizado el 14 de enero de 1680, como lo asientan las partidas de bautismo que se encuentran en el Libro de bautismos de mestizos, negros y mulatos y en el Libro de bautismo de españoles, ubicados en el Archivo del Sagrario Metropolitano de la ciudad de México. La partida de bautismo del primer libro señala lo siguiente:
En catorce de henero de mil seiscientos y ochenta años con licencia del cura semanero bauptise a Manuel hijo de Juan de Sumaya y de Ana de Coca fue su madrina Doña Francisca Lapio Bachiller Francisco Bally [rúbrica] doctor maestro Antonio de la Torre [rúbrica] y Arellano[1]
Posteriormente, en 1691, se ordenó que la partida de bautismo se pasara al libro de españoles:
Por ante de el señor provisor de treinta y uno de henero de mill seiscientos y noventa y uno refrendado Bernardino de Amesaga se mando pasar a el libro de españoles, la partida de bauptismo de Manuel hijo de Juan de Sumaya y de Ana de Coca por haver constado por información ser español y haverse asentado por yerro en el otro libro.[2]
Del contenido de ambas partidas puede inferirse que Sumaya pudo haber nacido entre diciembre de 1679 y el 1º de enero de 1680.
Asimismo, el contenido de la segunda partida, lleva a otro asunto mucho más polémico en torno a la figura de Manuel de Sumaya, me refiero a su origen racial. Aurelio Tello sugiere que podría haber sido criollo, es decir, hijo de españoles nacido en México. La información antes presentada nos hace suponer que pudo haber sido mestizo, ya que si hubiera sido negro o mulato las actas de cabildo lo hubieran hecho evidente en algún momento. Lo que cabría ahora preguntarnos es ¿por qué fue trasladado al libro de españoles? Quizás se hizo atendiendo a la importancia que se pensó tendría para la sociedad y la Iglesia de su época. Sea cual sea la razón, el ser nombrado español le otorgaba la oportunidad de tener acceso a diversas instituciones, como la universidad y la Iglesia, en las cuales no hubiera tenido cabida dada su condición de mestizo.
Ingreso a la capilla musical
Alrededor del año de 1690, el niño Manuel de Sumaya, ingresó a la capilla musical de la Catedral de México como seise, bajo la tutela del maestro de capilla Antonio de Salazar[3].
En 1694, Sumaya envió una petición al cabildo catedralicio mediante la cual se despidió, pidió licencia y ayuda de costa[4] para salir a aprender órgano. El deán le otorgó treinta pesos, de ayuda de costa ordinaria y entre cincuenta y sesenta pesos al año para vestuario clerical.[5]
Debió entonces tomar todos los días lecciones de órgano con el primer organista y maestro José de Idiáquez,[6] además de ingresar al coro con sobrepelliz y asistir a su maestro de órgano, cuando éste tocaba el instrumento.[7] Así también, estudió composición con el maestro de capilla Antonio de Salazar y asistió a los servicios de la catedral cuando fue necesario.
De asistente de coro a organista
El 10 de enero de 1700, el maestro Antonio de Salazar, solicitó al cabildo ser excusado de sus labores de enseñanza a los seises.[8] A partir de ese momento, Manuel de Sumaya, fue designado para impartir la materia en la escoleta los lunes y jueves.
En ese mismo año, Sumaya pidió al cabildo en sesión ordinaria se le perdonaran los intersticios para grados y corona.[9] El cabildo siguió apoyando y alentó a Sumaya, a tal grado, que resolvió se le dispensaren y despachasen, aclarándole que era necesario que cumpliera con los demás requisitos establecidos.[10]
Poco después, Sumaya fue nombrado organista adjunto en sustitución del organista semanero José de Idiáquez.
Sumaya, segundo maestro de capilla
La carrera de Manuel de Sumaya continuó en ascenso. Así, en 1710, Antonio de Salazar, maestro de capilla y protector de Sumaya, solicitó permiso para abandonar algunas de sus labores como maestro de capilla, debido a su vista deteriorada y a múltiples enfermedades propias de su edad. La lógica dictaba que el tercer músico en rango de la capilla musical, Francisco de Atienza y Pineda,[11] fuera seleccionado como segundo maestro de capilla; sin embargo, el cabildo catedralicio acordó por sugerencia de Salazar que:
[...] asista, como maestro, don Manuel de Sumaya presbítero por su conocida suficiencia, y que lo haga en la escoleta todos los lunes, y jueves del año como está mandado a la enseñanza del contrapunto y haga toda la música necesaria para el culto de esta santa iglesia y que se le despache título con calidad de que no puede pedir salario ni cosa alguna por razón de esto [...][12].
Un mes después, el jueves 11 de febrero de 1710, Francisco de Atienza reprochó el nombramiento de Sumaya como segundo maestro de capilla: argumentando “que él había servido como sustituto de Salazar siete años atrás y que era mayor que Sumaya”.[13] Por ello, el 27 de junio de 1710, algunos miembros del cabildo coincidieron que a pesar de que Atienza había figurado como tercero en la lista de músicos de la catedral desde 1695 hasta su ida a Puebla (1705), “ningún organista podía dirigir desde el órgano”,[14] así, el cabildo ratificó la decisión de Salazar.
Como segundo maestro de capilla Sumaya debía de encargarse de la dirección del coro, el cuidado del archivo musical, el resguardo de la capilla física (lugar de los ensayos y las clases), de la que tenía la llave el maestro de capilla Antonio de Salazar. Asimismo, debía reclutar y evaluar a cantores y músicos para poder garantizar el buen funcionamiento de la capilla musical. También debía de encargarse de la composición de piezas destinadas a fiestas especiales, impartir lecciones de las materias ya antes citadas. El incumplimiento de cualquiera de estos deberes se castigaba con sanciones económicas.
Al mismo tiempo que se desempeñaba como segundo maestro de capilla, Sumaya fue nombrado, el 14 de junio de 1714, organista mayor.
Sumaya, maestro de maestros
Hubo en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México verdaderas lides con respecto a los concursos de oposición al puesto de maestro de capilla, para los cuales “el arzobispo convocaba, por medio de edictos, a los artistas músicos residentes en las principales provincias de la Nueva España. En estos escritos se daban a conocer las bases a que deberían sujetarse los aspirantes”[15]. Así, la obtención de este puesto dependía del cabildo catedralicio, quien cuidaba de la integridad y el buen nombre de los integrantes de su capilla.
El edicto
El 26 de marzo de 1715, el deán, doctor Rodrigo García Flores de Valdés y el cabildo catedralicio ordenaron expedir el edicto para proveer la vacante de maestro de capilla. En ese decretó se señalaba que:
Habiéndose hecho relación de la muerte del maestro Antonio de Salazar que lo fue de la capilla desta santa iglesia mandamos se pongan edictos [...] en la forma y manera que ha sido constumbre especificando en dicho edicto el tener la renta de quinientos pesos en cada un año; y en cuanto a el real en cada peso que diesen tenia dicho maestro nombramos por comisarios a los señores chantre doctor don Antonio de Villaseñor, y canónigo docto[r] don Lucas de Verdiguel para que informados sus señorías se den las providencias que se tubieren por más combenientes y dichos edictos se despachen a las demás iiglecias sufragáneas y como son Puebla y Mechoacán y Oaxaca: [...][16]
Nombramiento de examinadores sinodales
Una vez publicado el edicto oficial se procedía a la elección de examinadores sinodales; éstos eran de dos tipos: los músicos (examinadores, organistas, músicos) y los representantes del cabildo. A ambos tipos de jueces se les hacía firmar o dar una declaración bajo juramento sobre su dictamen final para garantizar que serían honestos y justos con los postulantes. Así, el 25 de mayo de 1715 en la ciudad de México, el señor doctor Antonio de Villaseñor y Monrroy,[17] chantre de la catedral, fue nombrado por dicha iglesia, para vigilar el examen y demás diligencias que fueren necesarias para la oposición del magisterio de capilla. Acto seguido, el chantre en virtud de la comisión dada por el cabildo, designó por comisarios a los señores canónigos:
Doctor don Lucas de Verdiguel, racionero licenciado don Francisco Ximenes Paniagua y medio racionero doctor don Joseph de Llabres para dichos señores en su compañía se asistan en la sala capitular el día lunes veinte y siete de dicho mes a las tres horas de la tarde para nombrar [a] los jueces, y [a] el infraescripto secretario zite a los dos músicos y ministriles para que dicho día a las tres horas de la tarde se hallen en dicha sala capitular para elegir y nombrar dellos los que fueren más inteligentes en la música [...][18]
Ese mismo día, el bachiller Antonio Bernárdez de Ribera, secretario de cabildo, citó en persona, según lo mandado y ordenado en el auto antes mencionado, al maestro de capilla de la catedral de Puebla Francisco de Atienza y, al primer organista de la catedral de la ciudad de México, Manuel de Sumaya, pues sólo ellos se presentaron al concurso.[19]
Examen de oposición
El examen de oposición era común en la época virreinal. A través de él se comprueba la calidad rigurosa que se demandaba a todos los aspirantes a puestos de primer orden.
El 25 de mayo el chantre Antonio de Villaseñor y Monroy citó para el lunes
Votos a favor
Para obtener la victoria se necesitaba el consentimiento de las autoridades de la catedral y la recomendación escrita de los músicos que estarían bajo el mando del nuevo maestro de capilla. Por ello, una vez que concluían los exámenes, se reunía el “jurado en sesión solemne –a veces presidida por el propio prelado-, para determinar sobre la composición o las composiciones, en donde se demostraban las aptitudes artísticas del postulante, el cual era notificado por el cabildo, concediéndole el ansiado puesto ‘ad vitam’;[21] o bien para recomendarle una mayor preparación que le permitiese un éxito mejor en otra ocasión”.[22]
El 7 de junio de 1715, el deán y cabildo metropolitano se reunieron en la sala capitular y, como era uso y costumbre, comenzaron con la lectura de los votos de los examinadores ausentes como lo fueron el maestreescuela, Paniagua, y el señor Ribadeneira quienes votaron a favor de Sumaya. Una vez leídos los votos se analizaron los dictámenes de los bachilleres Francisco de Orense; Juan Téllez Girón; de órdenes menores, Miguel de Ordóñez y Miguel de Herrera, músicos, ministriles y ahora jueces nombrados “para que dieran su parecer en las composiciones y demás cosas que le pidieren a los opositores”.[23] Al terminar de oír su declaración, los examinadores, entregaron su voto cerrado y jurado.
Reunido todo el jurado “se procedió a la votación; y salió con todos los votos... nemine discrepante,[24] el bachiller Manuel de Sumaya.”[25] De esta manera, el 7 de junio de 1715, Sumaya se convertía en el nuevo maestro de capilla de la Catedral Metropolitana de la ciudad de México.
El ejercicio de su magisterio
Es poca la información localizada sobre las labores desempeñadas por Manuel de Sumaya como maestro de capilla, no obstante, la misma permite ver fragmentos de su actuación durante el magisterio. Así puede observarse que cuando Sumaya fue nombrado maestro de capilla prosiguió con sus obligaciones, antes impuestas como lo eran: la dirección del coro, el cuidado del archivo musical, el resguardo de la capilla física, la composición, la evaluación de los músicos que tenía a cargo, etc. En pocas palabras se convertía en el conductor “oficial” de la vida musical de la Nueva España.
Abandono de la catedral de México
El 29 de agosto de 1739, Manuel de Sumaya, gozaba de gran prestigio. Sin embargo, de manera inesperada decidió irse a Oaxaca.[26] Jesús Estrada plantea que llegó a la ciudad de Antequera por invitación del nuevo obispo de Oaxaca, Tomás de Montaño y Aarón,[27] quien era su amigo de la infancia. No obstante, nuevamente se carece de información fidedigna que permita confirmar este hecho y solamente queda especular sí fue por la invitación de su amigo que abandonó la catedral de México, o si ya lo había planeado con antelación y su partida coincidió con ese hecho.
Como puede observarse, desafortunadamente, son pocos los datos que se conocen de la vida del maestro Manuel de Sumaya. Su existencia histórica gira en torno a su desempeño como compositor de las catedrales de la ciudad de México y de Oaxaca. Lo más desconcertante, y que aún permanece sin respuesta, es su fecha de nacimiento, su origen racial y el abandono del magisterio de capilla de la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, que dio como consecuencia la ausencia de directriz, por varios años, de la capilla. Debe señalarse que, hasta el día de hoy, no se ha localizado algún documento que esclarezca el por qué se fue a Oaxaca.
Fuentes y Bibliografía
Fuentes Documentales
Archivo del Cabildo de la Catedral Metropolitana de México
Actas de cabildo, Libros 22-35, 07/01/1684-13/09/1741.
Correspondencia, Caja 23, Expedientes 2-5, 1700-1743.
Correspondencia, Libro 10,
Archivo del Sagrario Metropolitano de México
Libro de bautismos de mestizos, negros y mulatos, Libro 21, 01/03/1679-31/03/1682.
Libro de bautismos de españoles, Libro 26, 01/03/1679-31/03/1682.
Fuentes Impresas
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Fuentes Electrónicas
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Discografía
Chanticleer, Mexican Baroque, Music from New Spain, Hamburgo, Teldec, 1994, (Das Alte Werk).
[1] Archivo del Sagrario Metropolitano de la Catedral de México (en adelante ASMCM), Libro de Bautismo (en adelante LB), Vol.
[2] ASMCM, LB, Caja 10, Vol.
[3] Salazar, nació en España, alrededor de 1650, dedicó su carrera a la composición en forma ininterrumpida y a la enseñanza de sus alumnos que acudían en gran número y de diferentes lugares del territorio novohispano. Era un compositor de primera categoría. Fue nombrado maestro de capilla de la catedral de Puebla el 11 de junio de 1679 y de la catedral de la ciudad de México, el 3 de septiembre de 1688; permaneció en su puesto hasta su muerte en el año de 1715.
[4] Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano de México (en adelante ACCMM), Actas de Cabildo (en adelante AC), Vol.
[5] Vid., Aurelio Tello, op. cit., p. 12, apud., Robert Stevenson, op. cit., p. 27.
[6] Joseph de Idiáquez o Ydiaquez, organista titular de la catedral desde 1673.
[7] ACCMM, AC, Vol.
[8] Vid., Robert Stevenson, op. cit., p. 28.
[9] El o los intersticios era el “espacio de tiempo que, según las leyes eclesiásticas, debían mediar entre la recepción de dos órdenes sagradas [o mayores (subdiaconado, diaconado o presbiterado)].” Elías Zerolo, op. cit., Tomo II, p. 107. Los grados eran las “órdenes menores [ostiario, lector, exorcista y acólito] que se dan después de la tonsura que son como escalones para subir a las demás.” Ibid., Tomo I, p. 1155. La corona era una “tonsura de figura redonda, que se hace á los eclesiásticos en la cabeza, raspándoles el pelo, en señal de estar dedicados á la Iglesia. Es de distintos tamaños, según la diferencia de las órdenes.” Ibid., Tomo I, p. 683.
[10] ACCMM, AC, Vol.
[11] En 1703 el maestro de capilla, Antonio de Salazar, lo nombró como su asistente personal, cargo en el que permaneció por siete años.
[12] ACCMM, AC, Vol.
[13] Aurelio Tello, op. cit., p. 14.
[14] Idem.
[15] Jesús Estrada, “Las oposiciones al Maestrazgo de Capilla de la Catedral de México,” en Revista del Conservatorio, México, 1964, p. 10.
[16] ACCMM, Correspondencia, Caja 23, Exp.:2, F.:
[17] Comisario subdelegado del Apostólico y Real Tribunal de la Santa Cruzada, orden del Santo Oficio de la Inquisición del reino y comisario nombrado por el ilustrísimo señor venerable deán y cabildo de la santa iglesia. ACCMM, Correspondencia, Caja 23, Exp.:2, F.:
[18] ACCMM, Correspondencia, Caja 23, Exp.:2, F.:
[19] Cabe señalar, que pese a que el maestro de la catedral de Puebla se presentó al examen, no era obligatorio que los maestros de capilla asistieran a la oposición, tal es el caso de los maestros de las catedrales de Oaxaca y Michoacán.
[20] El manuscrito original de esta pieza se conserva en la catedral de Guatemala. Fue incluida en la serie de villancicos para los maitines de San Pedro de ese año, “del cual forma parte aquél otro titulado, Como es príncipe jurado, que publicó el doctor Gabriel Saldivar, realizados bajo el patrocinio del maestreescuela Simón Esteban Beltrán Alzate”. Aurelio Tello, Archivo musical de la catedral de Oaxaca: misas… op. cit., pp. 15-16. Vid., en el Capítulo IV, el apartado 4.2, en el cual se reproduce y analiza el villancico.
[21] Una traducción aproximada de este término sería “vitalicio”.
[22] Jesús Estrada, op. cit., p. 11.
[23] ACCMM, AC, Vol.
[24] Una traducción aproximada de éste término sería: sin nadie en desacuerdo.
[25] ACCMM, AC, Vol.
[26] Antiguamente esta ciudad fue conocida como Antequera.
[27] Jesús Estrada, Música y músicos..., p. 120. Tomás de Montaño nació en la ciudad de México en 1683, realizó sus estudios en el Colegio de San Ildefonso y en el de Santa María de Todos Santos. Fue profesor del colegio de San Nicolás, prebendado de la mitra de Valladolid y canónigo, arcediano y deán, de la catedral de México. Entre 1720 y 1722 fue rector de la Real Universidad de México. Montaño fue designado obispo el 23 de julio de 1737, sin embargo, partió para ocupar su mitra hasta el 5 de septiembre de 1738 y fue consagrado el 21 de diciembre de ese mismo año. José Antonio Gay, Historia de Oaxaca. Biblioteca de autores y asuntos oaxaqueños, México, Impreso en talleres “V. Venero”, 1950, pp. 385-387.
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