Martha Román Villar.
Eugenesia y puericultura. La higiene y la salud materno-infantil en el primer Congreso Mexicano del Niño de 1921.[1]
Al iniciar la década de 1920, uno de los objetivos del primer gobierno surgido de la Revolución de 1910 fue resguardar la salud de la población, particularmente de las mujeres y los niños pobres de la ciudad de México, y uno de los ejes fundamentales del proyecto de reconstrucción nacional. Con el objeto de resarcir la pérdida de vidas ocurridas durante la gesta armada, disminuir los altos índices de mortalidad infantil, propiciar el crecimiento poblacional y perfilar al futuro ciudadano física y moralmente sano y útil para el Estado, la higiene y la protección de la salud materno-infantil fue puesta a debate entre los diversos sectores de la población. El Primer Congreso Mexicano del Niño, revestido de un carácter nacionalista, científico, filantrópico y moral fue el primer evento organizado en enero de 1921 con el fin de discutir los múltiples problemas que aquejaban a la infancia, así como la plataforma de lanzamiento de la eugenesia y la puericultura como las disciplinas que se ocuparían de atender la salud de este grupo social en particular.
En México, durante la década de 1920, médicos, el Estado y la opinión pública otorgaron gran importancia a la salud de la población, a la higiene, así como la salud materno- infantil, con particular énfasis en las áreas urbanas. La preocupación por la alta mortalidad infantil, un problema latente y generalizado durante el siglo XIX y que persistió durante el siglo XX, considerada asimismo como un factor que incidía en menoscabo del crecimiento poblacional fue un eje importante del proyecto de reconstrucción nacional.
No obstante a los avances contenidos en la bacteriología en las últimas décadas del siglo XIX, a partir de los cuales se legitimó la “ciencia de la higiene” como la nueva disciplina que mejoraría las condiciones sanitarias de la ciudad de México y a las propuestas y medidas de saneamiento que se implementaron en el Porfiriato, la mortalidad de los infantes lejos de disminuir se acentuó durante la fase armada de la Revolución Mexicana (1910-1920). Una vez concluida la gesta revolucionaria, el nuevo Estado fundamentado en la ciencia y la tecnología, en los avances que sobre higiene y protección materno- infantil se estaban implementando en el extranjero, así como ante el anhelo no solo de mejorar la constitución racial del mexicano sino de perfeccionarla, retomó algunas de las propuestas formuladas durante el Porfiriato sobre la materia buscando ser llevadas a la práctica en un contexto de legalidad y justicia social emanado de la Constitución de 1917.
Eugenesia y puericultura. Niños sanos, fuertes, bellos e inteligentes.
La eugenesia fue una disciplina que surgió en el continente europeo durante la segunda mitad del siglo XIX. Fue definida como la “ciencia del estudio de los mecanismos para lograr […] el perfeccionamiento de la especie humana” mediante la cual los “hombres de ciencia” tendrían la autoridad y los elementos suficientes para intervenir en aspectos relacionados con la reproducción de la especie De esta manera, la ciencia podría ser aplicada para engendrar una raza fuerte y sana como verdadero sustento de las naciones y un signo de progreso y modernidad.[2] Esta disciplina en la práctica fue matizada y adaptada a las diferentes realidades nacionales. La eugenesia denominada dura y negativa, adoptada por países anglosajones como Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos, se enfocó particularmente a aspectos biológicos-raciales. Por otro lado, la eugenesia blanda y positiva adoptada por Francia, cuya influencia se hizo sentir en los países latinoamericanos, entre ellos México, pugnó por mejorar las condiciones ambientales, por la profilaxis social mediante la higiene y la educación, y la intervención del Estado para el establecimientos de campañas sanitarias y la formulación de políticas públicas para la protección materno-infantil. Por ello, la población se incrementaría en condiciones saludables y al mismo tiempo se corregirían vicios sociales como el alcoholismo y la prostitución.
Al iniciar la década de 1920, el Estado posrevolucionario inserto en un proceso de reconstitución política, de reconfiguración social y de incipiente institucionalización, situó a la eugenesia en un marco científico vinculada con la ideología revolucionaria, cuyos postulados buscaron ser aplicados a la realidad social. La creciente urbanización, la elevada mortalidad materna e infantil y la falta de un sistema de salud pública efectivo, dieron a la eugenesia y a la puericultura un carácter político, moral y racial. De esta manera, los niños, reverenciados como el futuro de la nación fueron puestos bajo la tutela del Estado, el cual se asumió como rector y guardián de la salud pública y el derecho de intervenir en la esfera pública y privada de la población.[3]
Puericultura y Eugenesia. Madres sanas, niños fuertes y vigorosos útiles al Estado.
La puericultura, una disciplina que emergió en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX como una variante de la eugenesia, cuyos postulados provenientes tanto de la obstetricia como de la pediatría, llevaron a que se consolidara como una nueva rama científica para afrontar el fenómeno de la despoblación causada por las constantes endemias y epidemias.[4]
Uno de los partidarios de la eugenesia francesa fue el médico Adolfo Pinard, quien reelaboró la eugenesia inglesa y la tradujo en puericultura. Como ya se mencionó antes, la puericultura, con estrechos vínculos con la eugenesia se dirigió a lo social persistiendo los conceptos de regeneración y mejoramiento de la raza. Este médico, preocupado también por los aspectos genéticos planteó que el cuidado de los niños debía iniciarse desde antes del nacimiento con la atención de los progenitores, particularmente con la madre.[5]
En México, a principios del siglo XX y siguiendo los postulados de la puericultura francesa la salud del niño fue vinculada con la de la madre. Se pensaba que una de las maneras para tratar de disminuir la mortalidad infantil -con sus efectos inherentes al crecimiento poblacional- era atendiendo a la madre en el periodo prenatal. Sin embargo, no fue sino hasta la década de 1920 cuando la puericultura cobró un fuerte impulso en la fase natal y posnatal como un elemento importante del proyecto de reconstrucción nacional.
Con el fin de asegurar una descendencia sana, fuerte, vigorosa y útil al Estado, la puericultura formó parte de la utopía nacionalista revolucionaria, moralizadora y civilizatoria. Ésta disciplina teórica hasta ese momento pretendió llevarse a la práctica. El alto número de muertes maternas y de infantes causadas por lo que se consideraba una nula vigilancia del embarazo, la presencia de sífilis materna, las inadecuadas condiciones en que se atendía el parto, así como debido a problemas gastrointestinales y respiratorios que afectaban a los niños y a la falta de higiene de las habitaciones, propició la difusión y enseñanza de la puericultura entre las madres y futuras madres.[6]
La higiene y la salud materno-infantil en el Primer Congreso Mexicano del Niño de 1921.
El primer Congreso Mexicano del Niño fue celebrado en la ciudad de México durante la semana del 2 al 9 de enero de 1921 organizado por el ingeniero Félix F. Palavicini, director del periódico El Universal. Su objetivo fue analizar y discutir los múltiples problemas que aquejaban a la infancia y en proponer medidas prácticas para mejorar la salud materno-infantil. Fue inaugurado por el licenciado José Vasconcelos en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. En él se reunieron representantes de agrupaciones científicas, delegados del gobierno de los sectores sanitario y educativo, representantes de asociaciones privadas, así como particulares interesados en esta temática.[7]
El Congreso Mexicano del Niño condensó una retórica revolucionaria fundamentada en la ciencia, en el cual el niño –futuro ciudadano- fue el foco y motivo de discusión, así como la plataforma de lanzamiento de la eugenesia- puericultura. En este evento, considerado como un santuario científico, los términos degeneración, regeneración y mejoramiento de la raza se hicieron patentes en la Sección de Eugenesia, una de las siete secciones que integraron el Congreso, y desde el cual se presentaron 86 propuestas con la idea de darles un sustento científico y legal antes de ser llevadas a la práctica.[8] En su discurso de presentación, Palavicini exaltó la importancia de la higiene debido a que con ella se podría forjar un pueblo, además de bello, sano y valeroso. Por otro lado, el licenciado Ramos Pedrueza, encargado de la Sección Jurídica, consideró que la protección de los niños, particularmente los de la calle, abandonados o alojados en los hospicios debía verse como un signo de evolución y progreso de los pueblos así como un tipo de apostolado y cruzada moralizadora en nombre de la patria y de la raza.[9] Se insistió en la necesidad de incrementar el número de habitantes debido a que la falta de población podría convertirse en un problema que afectara al desarrollo del país. Asimismo, se concibió la idea de esterilizar a los criminales y a los degenerados, de tal manera que el niño que naciera fuera el nuevo ciudadano que requería la patria, buscando que éste a futuro no se convirtiera en un nuevo criminal.[10]
[1] Este trabajo es parte de uno de los subtemas abordados en el capítulo 2 de mi tesis de Maestría en Historia titulada Instituciones médicas, educación higiénica y puericultura en la ciudad de México, 1876-1930, 2010, y se puede consultar en la Universidad Nacional Autónoma de México.
[2] Francis Galton, citado en Martha Saade, El cultivo racional del pueblo. La Sociedad Mexicana de Eugenesia, 1931-1935, Tesis de maestría en Historia y Etnohistoria, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2002, p.13. Etimológicamente el término eugenesia viene de eu que significa bien y génesis que significa engendramiento. Summa Diccionario de la Lengua Española, Barcelona, Océano, 1999, p.434. Otra definición de eugenesia la señala como el estudio y aplicación de las leyes de la genética para el perfeccionamiento de la especie humana favoreciendo la aparición de determinados caracteres o eliminando las enfermedades hereditarias, Diccionario Abreviado del Español Actual, Manuel Seco, Madrid, 2000, p.773.
[3] Beatriz Urías Horcasitas, “Eugenesia e ideas sobre las razas en México 1930-1950” en Historia y Grafía, México, Universidad Iberoamericana, no.17, 2001, p. 172. Cfr. de la misma autora, Historias secretas del racimo en México 1920 1950, México, Tusquets Editores, 2007, p. 105, 107. Cfr. también a Patience A. Schell, “Nationalizing Children through School and Hygiene: Porfirian and Revolutionary Mexico City”, The Americas, April 2004, p. 565.
[4] La puericultura es definida como el conjunto de reglas y cuidados para el mejor desarrollo físico y moral de los niños durante su primera infancia. Diccionario abreviado del español actual, Manuel Seco, Madrid, 2000 p.1465. Etimológicamente el término puericultura proviene del latín puer- niño y cultura- cultivo, que sería la ciencia que trata del sano desarrollo del niño. Suma Diccionario de la Lengua Española, Barcelona, Editorial Océano, 1999, p. 805.
[5] Pinard publicó en 1904 La Puericulture du premier age, obra que fue traducida en México y fungió como libro de texto en las escuelas primarias oficiales. Este médico fue señalado como el impulsor de la atención moderna del parto con la enseñanza práctica de la puericultura prenatal en hospitales y maternidades franceses. En el ámbito obstétrico hasta un pasado reciente se utilizaba en México un estetoscopio denominado Pinard para escuchar los latidos fetales.
[6] De acuerdo al censo de 1921, el país contaba con 14 242 852 habitantes contra 15 160 369 en 1910, es decir hubo una disminución de 918 517 habitantes. Para el caso de la mortalidad infantil en el Distrito Federal, en 1922 era de 16 422 con respecto a 61 523 que correspondía a la mortalidad general, es decir, poco más del 25 %. Por otro lado, se registraron 657 niños nacidos muertos, siendo la sífilis, el nacimiento prematuro, diversas causas no especificadas y otras enfermedades de la madre las principales causas de muerte intrauterina y al momento del nacimiento. Boletín del Departamento de la Estadística Nacional, 2ª época, Año 1, mayo de 1924, no. 11, Estadística Nacional, Revista quincenal, Órgano del Departamento de Estadística Nacional, no.10, 31 de mayo de 1925, p. 5, 9 y el no. 20 del 31 de octubre de 1925, p.7.
[7]“Todas las agrupaciones científicas y las dependencias educativas y sanitarias del Gobierno representadas”, El Universal, 3 de enero de 1921.
[8] El total de las ponencias pueden consultarse en las Memorias del primer Congreso Mexicano del Niño.
[9] Antonio Ramos Pedrueza “Reunión por iniciativa individual sin la protección el Estado” en El Universal, 3 de enero de 1921.
[10] Rafael López, “El Congreso el Niño”, Hebdomario de El Universal, 9 de enero de 1921, p.3.
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