viernes, 29 de abril de 2011

México en los ensayos de Sables y Utopías de Mario Vargas Llosa.



Ponencia para la Mesa Redonda sobre Mario Vargas Llosa.


Lic. Mauricio Flamenco Bacilio.

Palabra de Clío A.C.


En el año 2009 la editorial Aguilar de México publicó el libro Sables y Utopías de Mario Vargas Llosa. El libro es una colección de ensayos sobre la situación política, económica, social y cultural de América Latina durante la segunda mitad del siglo XX y la primera década del siglo XXI. Entre los ensayos he decidido exponer cuatro cuyo contenido se centra en la política, sociedad y cultura de México. El primero es “La dictadura perfecta”, termino usado por Vargas Llosa para describir al régimen de México durante la hegemonía del PRI entre los años 1929 y 2000. El sistema de gobierno bajo un partido dominante se distinguía claramente de las dictaduras militares en Sudamérica, pues permitía tanto la participación de otros partidos políticos, como la crítica por parte de intelectuales como Octavio Paz o Daniel Cosío Villegas, dando a entender así un sistema sumamente democrático. No obstante, Vargas Llosa señala como el PRI jamás logró sacar a México del subdesarrollo y los niveles de desigualdad y pobreza eran más altos en México en comparación a otras naciones de Latinoamérica, ello a pesar de haber sido un partido con una larga estancia en el poder sin interrupciones. Por otro lado, el escritor peruano nacionalizado español no confiaba en los partidos de oposición como una opción para el cambio democrático en México, especialmente con el PRD al cual consideraba una reencarnación del viejo PRI y cuya actitud maniquea sólo favorecía el régimen priísta.[1]

El segundo ensayo sobre México incluido en el libro Sables y Utopías es “La otra cara del paraíso”, el cual es una crítica severa al movimiento encabezado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a partir de 1994 en el Estado de Chiapas.[2] Vargas Llosa no considera al EZLN como un movimiento en defensa de los indígenas, principalmente, porque los dirigentes del movimiento no eran de origen indígena. Entre tales líderes, a Rafael Guillén -mejor conocido como el Subcomandante Marcos-, Mario Vargas Llosa lo describe como “un bufón del Tercer Mundo, [que] a condición de dominar las técnicas de la publicidad y los estereotipos políticos de moda, puede competir con Madonna y las Spice Girls en seducir multitudes”[3]. Vargas Llosa también critica la actitud de algunos grupos intelectuales y liberales por no denunciar los actos de violencia cometidos por el EZLN, pues se consideraría “políticamente incorrecto”. Los grupos indígenas fuera de la influencia del EZLN han sufrido abusos y despojos por parte de esta organización y ello se ha silenciado. Según el Premio Nobel de literatura 2010, ni el EZLN, ni mucho menos el Subcomandante Marcos han contribuido al proceso democrático en México sino todo lo contrario, su actitud parece fortalecer al sistema oficialista, encabezado en ese entonces por el PRI y luego por el PAN.

El tercer ensayo se llama “Resistir Pintando” y es un escrito a manera de reconocimiento para la pintora Frida Kahlo.[4] Durante su vida, la obra de Frida Kahlo no fue tan admirada o valorada, sólo se le conocía por ser la esposa de Diego Rivera. Aunque en las últimas décadas su trabajo artístico ha sido reconocido de manera importante. Quizás ahora Frida sea más conocida a nivel mundial en comparación a Diego. Del mismo modo, su figura histórica y artística se ha posicionado en el gusto de gente con las más diversas formaciones e ideologías:

Lo más notable de esta irresistible y súbita ascensión del prestigio de la pintura de Frida Kahlo es la unanimidad en que se sustenta -la elogian los críticos serios y los frívolos, los inteligentes y los tontos, los formalistas y los comprometidos, y al mismo tiempo que los movimientos feministas la han erigido en uno de sus íconos, los conservadores y antimodernos ven en ella una reminiscencia clásica entre los excesos de la vanguardia-.[5]

El propio Vargas Llosa confiesa no haberle agradado la obra pictórica de Frida Kahlo cuando la vio por vez primera, especialmente por sus alusiones al comunismo o incluso al estalinismo. Aunque él se ha sentido siempre admirado por la vida de la artista, especialmente por el sufrimiento de enfermedades y accidentes, los cuales marcaron los cuarenta y siete años de vida de la pintora.

El último ensayo sobre México –y del libro incluso- se llama “El lenguaje de la pasión” y fue escrito a manera de homenaje para Octavio Paz después de su fallecimiento en 1998.[6] Para Vargas Llosa, Octavio Paz fue un personaje siempre presente en los cambios y debates políticos y culturales del México de su tiempo. También existe un paralelismo entre Paz y Vargas Llosa por criticar a gobiernos socialistas en América Latina, por ello ambos escritores han sido etiquetados como personajes con tendencias conservadoras, principalmente por personas y grupos autoproclamados “de izquierda”. Octavio Paz también llegó a ser excluido de los círculos intelectuales de México y Vargas Llosa considera a la envidia de sus colegas como la principal causa de tal exclusión. No obstante, la obra ensayística de Octavio Paz es una contribución para la mejora de la situación social del México de su tiempo y del actual. Otro paralelismo entre ambos autores es el siguiente: Octavio Paz ganó el Premio Nobel de literatura en 1990, justo en el mismo año cuando Vargas Llosa se aventuró en su candidatura a la presidencia de Perú, para veinte años después recibir el mismo galardón.

Para concluir, el escritor nacido en Arequipa Perú Mario Vargas Llosa, se ha interesado por el acontecer de los países latinoamericanos y México no es la excepción. La crítica aguda de Vargas Llosa hacia todas las posiciones políticas ha incomodado a muchos y lo han hecho merecedor a epítetos como “reaccionario”, “conservador” o “derechista”. Aunque la observación y la opinión de Vargas Llosa hacia los eventos sucedidos en estos países ha sido, de un modo u otro, para mejorar la condición política y social de Latinoamérica.

Bibliografía:

· Vargas Llosa, Mario. Sables y utopías. Visiones de América Latina. Selección y prólogo de Carlos Granés. 1ª Ed. México: Aguilar, Agosto 2009. 460 p.


[1] Mario Vargas Llosa. “La Dictadura perfecta” en Sables y Utopías. Visiones de América Latina. México, 2009. p. 63-69.

[2] “La otra cara del paraíso” en Op. Cit. p.149-154.

[3] p. 150.

[4] “Resistir pintando” en Op. Cit. p. 449-453.

[5] p. 450.

[6] “El lenguaje de la pasión” en Op. Cit. p. 455-460.

miércoles, 20 de abril de 2011

Formas de Historia Cultural de Peter Burke.


Lic. Mauricio Flamenco Bacilio.


Los fundamentos teóricos de la Historia como disciplina profesional han cambiado constantemente durante las últimas décadas. Peter Burke señala al comienzo del libro acerca de la evolución en la investigación histórica, la cuál ha dado como resultado el surgimiento de la llamada “Historia Cultural”. El término anterior se torna muy difícil de explicar, comenzando por el propio concepto de cultura, el cual podría dar a entender absolutamente todo. En el proceso historiográfico del último siglo, se ha hecho mención especial a la contribución de la llamada Nouvelle Histoire (Nueva Historia) surgida en Francia a través de la Revista Annales con gente como Jacques Le Goff. Dicha corriente historiográfica ha tratado de hacer una “Historia Total”. Ello significa estudiar la historia de la niñez, la locura, las mujeres, las minorías étnicas, sectores populares, la literatura, la filosofía, las artes plásticas, la música, la medicina, la química, las matemáticas, la semiótica etcétera[1].

La Historia cultural también pretende alejarse de la concepción clásica de la Historia dónde sólo se tomaban en cuenta los aspectos políticos y quizás también los económicos. Así los historiadores de las últimas décadas se han dedicado a estudiar aspectos de la vida cotidiana en otras épocas. Del texto de Burke, llama la atención el como se han estudiado los sueños de gente originaria de la Inglaterra del Siglo XVII, destacando al obispo William Laud, quien fuera de los principales defensores del rey Carlos I durante la Guerra Civil y quien terminara siendo ejecutado justo como el rey. Laud registró algunos de sus sueños en su diario y ahora estos han sido estudiados tanto por historiadores como psicoanalistas, o incluso también por sociólogos y politólogos. Ello denota también el carácter multidisciplinario de la Historia o por lo menos sus conexiones con otras ciencias y disciplinas del saber.[2] El concepto anterior sería de suma importancia para la formación docente, pues los profesores deben vincular el contenido de los temas enseñados con otros presumiblemente estudiados en otras asignaturas.

Si bien la Historia Cultural parecería ser un tema de estudio reciente, los antecedentes alrededor de este concepto parecen tener ya una historia de muchos siglos. En la Europa moderna (a partir del Siglo XVI) comenzaron a surgir las identidades nacionales a partir de las mentalidades y las memorias de las sociedades (o memoria colectiva). Con ello las comunidades identificadas con una lengua y un pasado común parecían estar más obsesionadas en buscar información sobre su origen y pasado, especialmente entre los pueblos sufrientes de conquistas y divisiones territoriales como Irlanda o Polonia, quizás esto también aplicaría para la Historia México.[3] Por otro lado, con la idea de identidad nacional, la gente comenzó a identificar a los individuos ajenos a su cultura, creando estereotipos de los extranjeros. Por ejemplo, los ingleses percibían a los italianos y asiáticos como holgazanes[4]. Incluso dentro de un mismo país podrían existir estereotipos para la gente de distintas regiones.[5] Aunque prácticamente todas las naciones han recibido influencias culturales de diversas partes del mundo. Japón recibió primero influencia cultural de China y en el último siglo la ha recibido de los países occidentales, mientras Brasil ha recibido influencia indígena, europea y africana para sus festividades del carnaval, las cuales se consideran ahora como algo propio de la cultura e idiosincrasia brasileña.[6]

Otro aspecto de interés para el estudio de la Historia Cultural es la diferenciación entre la Alta Cultura y Baja Cultura. En otras palabras, se trata de buscar las divergencias entre la Cultura de la élite social letrada con buena formación académica y la cultura de la mayoría de la población con menor acceso a los productos culturales de las clases privilegiadas. El segundo caso correspondería a la llamada “Cultura Popular”, la cual había sido históricamente desdeñada por los académicos, pues la consideraban inferior y veían a la cultura de la élite como la única existente. Ahora la historia y la cultura de las mayorías se ha estudiado para innovar la investigación histórica. Pero dentro de ambas culturas (la alta y la baja) parecieran existir personajes justo en medio, tal como el molinero Domenico Scandella, mejor conocido como Menocchio, personaje histórico principal del libro de Carlo Ginzburg El queso y los gusanos. Aunque la figura de Menocchio tiene una serie de características distintivas con respeto a las mayorías de su época al saber leer y escribir, dos elementos nada comunes en las clases bajas europeas del siglo XVI e incluso de tiempos posteriores[7]. Con la mención anterior, se plantea la interrogante: ¿Es Menocchio un buen ejemplo para representar a la baja cultura de su época? Quizás no, porque el molinero tenía una concepción del mundo muy particular en donde convivían tanto las tradiciones populares, como los dogmas religiosos establecidos e impuestos por la élite en su sociedad y su tiempo. Aunque como se mencionó anteriormente, Menocchio sería una figura en medio de la Alta y Baja cultura, pues sabía leer y conocía algunos textos censurados por la Inquisición, pero los interpretaba de un modo distinto respecto a los miembros del tribunal eclesiástico.[8]

Para concluir, Burke describe a la Historia Cultural como la rama encomendada para cubrir todo lo historiable fuera del ámbito político y económico. Dicha tendencia se ha ampliado con la aparición de términos como la Historia de la vida Cotidiana, o como la llaman los alemanes y franceses Alltaggeschichte o La vie quotidienne respectivamente.[9] En otras palabras, la Historia Cultural se ha propuesto escribir sobre la gente ignorada u olvidada a través de las distintas épocas de la humanidad.[10] También es interesante ver como la gente parece interesarse más con este tipo de historia, siempre y cuando sea con una escritura amena, porque la Historia académica elaborada en las universidades parece tener poco interés para la mayoría de la población.[11] A partir de esto último, tanto los profesores de escuela a cualquier nivel, así como los historiadores, tendrían el deber de acercar la Historia al resto de la población a través de las aulas, las lecturas de divulgación, los museos, los monumento, los edificios históricos y recientemente los materiales interactivos (películas, documentales, discos compactos, Internet, etcétera). La Historia Cultural parece ser un buen inicio para cumplir con ese objetivo.

Bibliografía.

  • Burke, Peter. Formas Historia Cultural. Trad. Belén Urrutia. Madrid: Alianza, 2006. 302 p.
  • ------------ La cultura popular en la Europa Moderna. Versión española de Antonio Feros. Madrid: Alianza. 1990. 445 p. (Alianza Universidad, 664).
  • ------------ New perspectives on Historical Writing. 1st Ed. Cambridge: Polity Press, 1991. 254 p.


[1] Vid. Peter Burke. Formas de Historia Cultural. 2006. p. 16-29, 41, 232, 233, 239, 246. También. Peter Burke. “Overture: The new History, its past and its future” in New perspectives on Historical Writing. 1991. p. 2-6.

[2] Ibíd. p. 38, 48-50, 212.

[3] Ibíd. p. 79.

[4] Ibíd. p. 128, 130.

[5] Ibíd. p. 134-136

[6] Ibíd. p. 195-203, 246, 247.

[7] Cfr. Peter Burke. “Los usos de la educación” en: La Cultura popular en la Europa Moderna. 1990. p.350-361

[8] Formas… p. 164, 167, 218.

[9] New perspectives… Op. Cit. p. 11

[10] Jim Sharpe. “History from below” in New perspectives... p. 25-26.

[11] David Cannadine. “British History: Past, Present-and Future”. Past and present. No. 116. 1987. p. 177 Apud. Sharpe. Op. Cit. p. 34.