martes, 2 de julio de 2013

La escuela como lugar social en el Estado Nación moderno.

La escuela como lugar social en el Estado Nación moderno.
Ponencia presentada en el seminario Jan Patula Dobek 2013.­
“Redes sociales a través de la historia: académicas, familiares, empresariales e instituciones”
Mauricio Flamenco Bacilio
Palabra de Clío A.C.

Resumen:
La escuela ha sido uno de los espacios sociales más importantes para los Estados nacionales modernos. Antes de la conformación de estos Estados, la educación resultaba ser un privilegio para pocos. Pero desde los siglos XVIII y XIX con la conformación de Estados Nacionales modernos surgió la necesidad de ampliar el acceso a la educación. Por ello, la formación escolar considerada como un privilegio para pocos pasó a ser después un derecho y posteriormente una obligación; no solo para instruir a los niños y jóvenes en los conocimientos disciplinares, sino también para formar ciudadanos capaces de conocer y ejercer sus derechos, así como de realizar propuestas y plantear soluciones ante los problemas sociales.
            Por otro lado, las teorías de la educación y la enseñanza han enfatizado desde hace décadas el concepto de “redes sociales” para referirse al medio en el cual los estudiantes se encuentran inmersos. Las redes sociales de los alumnos conforman a la familia, la comunidad, los compañeros de clase, los compañeros de actividades extraclase, el trato con otros individuos de su misma edad, los profesores e incluso los contactos virtuales con gente de otras latitudes a través de Internet. Por ello este concepto tan en boga de las llamadas “redes sociales” cuenta con un antecedente importante en el ámbito de la investigación educativa. La relación entre esta teoría, junto con el antecedente de la escuela moderna y su desarrollo resultan un tema de atención.

La escuela en el Estado Nación Moderno:
Entre los siglos XVIII y XIX se comenzaron a consolidar los Estados Nacionales en el sentido en como los conocemos actualmente. La conformación de dichos Estados tuvo sus antecedentes en las ideas de la Ilustración en el siglo XVIII y en las revoluciones derivadas de tales conceptualizaciones entre los siglos XVIII y XIX, como la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, la Revolución Francesa, los procesos de Independencia en México y Latinoamérica, así como la conformación de las naciones italiana y alemana tras sus procesos de unificación en 1870 y 1871 respectivamente. Con la conformación de las naciones modernas, los gobiernos tuvieron también la necesidad de educar a la población. Estos cambios en las estructuras políticas llevaron a la desaparición del concepto entendido como AncienRégime(Antiguo Régimen), para posteriormente llegar a la conformación de nuevas instituciones políticas, económicas y sociales alrededor de las nacientes naciones en su sentido actual.
Uno de los primeros objetivos en la conformación de los Estados nacionales era el pugnar por un Estado laico. La separación entre Iglesia y Estado significó un paso importante para la conformación del Estado Moderno y eventualmente significaría el fin del control absoluto de la iglesia en los asuntos educativos. Esto también abriría el paso para crear una escuela alejada de los dogmas religiosos. Así la escuela en el Estado moderno tenía el propósito de impulsar el conocimiento científico. Del mismo modo, las ideas ilustradas propusieron una serie de libertades y derechos cuya existencia forma parte del corpus de garantías individuales presentes en las naciones actuales. La promoción de estos derechos se comenzó a realizar también en los recintos escolares y se ha mantenido hasta la actualidad. Asimismo, también hubo la necesidad de formar profesionistas en las nuevas naciones surgidas en aquellas décadas, entre ellas México.[1]
En el caso de México, la educación fue un aspecto importante a considerar dentro de los primeros gobiernos independientes. De nueva cuenta, las ideas ilustradas para la conformación de un Estado-Nación moderno significaron una influencia notable en la intención del naciente país por dejar atrás la condición de súbditos de la corona española para formar ciudadanos modernos, quienes fueran capaces de conocer y hacer valer sus derechos. Incluso en este periodo, los políticos mexicanos, ya fueran liberales o conservadores, coincidieron en la necesidad de instruir a la población, además de achacar los problemas del retraso educativo –y de otros ámbitos- al Antiguo Régimen representado en la administración virreinal:

El alfabeto, panacea de todos los males, parecía ser una cura infalible para la pobreza, la ignorancia, la incomunicación, la insalubridad, para nombrar unos pocos factores, que afligían a la población de aquel entonces. De una cosa estaban convencidos los gobernantes: que el atraso en la educación se debía a los propósitos españoles de mantener la ignorancia para continuar el dominio político.[2]

            Entonces la educación se convirtió en uno de los principales asuntos en la agenda del México independiente. En el México del siglo XIX gente con ideologías políticas muy distintas vio a la escuela y a la educación como medios para alcanzar el desarrollo. El líder conservador Lucas Alamán señalaba la necesidad de emular a los países industrializados a partir de la instrucción pública; pero también señalaba el rezago de las políticas educativas año tras año.[3] Lorenzo de Zavala hacía hincapié en el rezago educativo durante la época virreinal, mencionando además como tres quintas partes de la población se encontraban abandonados en el aspecto educativo, tal como si fueran animales. Para combatir ese problema Zavala pensó en el acceso a la educación para toda la población sin distinción de raza o condición económica.[4] Por otro lado, el líder del partido liberal, José María Luís Mora se manifestó en contra de la educación liderada por el clero, pues la consideraba totalmente ajena a las necesidades de una nación moderna. En la propuesta educativa de Mora se debían enseñar los conceptos de patria, derechos civiles y justicia; además de enseñar historia para transmitir a las nuevas generaciones los hechos más sobresalientes de la vida de los grandes hombres.[5] José María Luís Mora también propuso un sistema educativo donde se le diera prioridad a la investigación científica con la posibilidad de aceptar dudas y ampliar el conocimiento; porque a su parecer, la escuela tradicional imponía cierto dogmatismo.[6] Con este último ejemplo se puede evidenciar la influencia del pensamiento ilustrado en México en cuanto a las propuestas educativas se refiere.
La escuela como una parte de las redes sociales del individuo:
Desde el inicio de los estados nacionales en su concepción actual, el proceso de enseñanza aprendizaje ha dependido del contexto en el cual este se desarrolla. De los pensadores ilustrados se destaca a Rousseau quien propuso un entorno favorable para fomentar el desarrollo cognitivo.[7] En el siglo XXI esta condición también ha resultado ser una determinante para el buen funcionamiento de la escuela. Además de brindar al individuo la oportunidad de socializar con gente de su edad, con mismas aficiones o inquietudes, así como aplicar conocimientos a su vida cotidiana. Ciertamente desde el inicio de los Estados nacionales ha existido una concepción idealizada de la formación de los individuos a través de tres factores: el Estado, la escuela y la familia. En el siglo XIX el fomentar el amor a la patria fue uno de los objetivos dentro de la enseñanza de las ciencias morales. Más de un siglo después, el propósito de la educación impartida por el Estado ha sido el de la inclusión de todos los individuos sin distinción de origen socioeconómico, cultural o físico. Pero aún sigue presente la idea de la colaboración mutua entre el Estado, la escuela y la familia en el desarrollo del individuo. Si alguno de estos tres elementos falla, entonces el resultado de una educación de calidad no será siempre el esperado.
En ese caso, las redes sociales del individuo se vuelven importantes dentro de su desempeño escolar. De acuerdo con Jean Piaget, la cultura y el medio social donde se desempeñan los individuos puede acelerar o retrasar el proceso de desarrollo.[8] El aspecto socioeconómico también cuenta, pues los niños pertenecientes a clases más bajas suelen tener mayores dificultades de comunicación. Del mismo modo, los aspectos sociales y culturales se convierten en mecanismos de control. Así la escuela se convierte también un espacio conformado de reglas, planes y operaciones.[9] Este espacio se institucionaliza y se convierte en parte esencial del Estado Nación. Las reglas del Estado se reproducen en el ambiente escolar, pero las transformaciones sociales obligan al Estado a cambiar sus estructuras incluyendo las educativas. Si esto no se hace, entonces se cae en el problema del rezago de las políticas educativas y la población no puede ser instruida en la manera correcta. Por ello muchas veces lo enseñado en la escuela tiene poca o nula vinculación con el desenvolvimiento social requerido en el mercado laboral. También la primera educación recibida del individuo, es decir aquella proveniente de las familias también puede discrepar con la visión educativa del Estado.  
Corolario:
La escuela ha sido uno de los espacios sociales más relevantes en la construcción de los Estados nacionales modernos. En los siglos XX y XXI la educación dejó de ser algo exclusivo para minorías, para convertirse en un derecho o incluso en un deber para formar ciudadanos en las naciones actuales. Incluso este carácter elitista de la educación premoderna resulta difícil de imaginar para la mayoría de la población en nuestros días. Pero también el contexto sociocultural donde se desenvuelven los individuos determina el aspecto significativo de la enseñanza escolar o no. El Estado en su obligación por brindar educación debe estar atento a los cambios sociales y responder a las necesidades de la población, especialmente ahora ante un devenir constante y vertiginoso de las redes sociales (ya sean de contacto cotidiano, obligatorio, ocasional, esporádico o virtual). También se deduce el cambio constante en las estructuras sociales en el futuro, por ello el Estado y sus obligaciones en torno a la escuela deben de reestructurarse. 

Bibliografía:

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Braudel, Fernand. La Historia y las Ciencias Sociales. 5ª Ed. Madrid: Alianza, 1980. 222p. (Humanidades).

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“En busca de un discurso integrador de la nación” (coord. e introd. Antonia Pi-Suñer Llorens), Historiografía Mexicana, vol. IV. Coord. Juan Ortega y Medina /Rosa Camelo. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 2001, 588 p.

Frabboni, Franco. Pinto Minerva, Franca. Introducción a la pedagogía general. Trad. Rolando Julián Bompadre. 2ª Ed. México: Siglo XXI, 2006. 372p. (Educación).

Guttman, Amy. La Educación democrática. Una teoría política de la educación. Trad. Águeda Quiroga. Barcelona: Paidós, 2001. p. 13-68.

Merton, Robert K. Teoría y estructuras sociales. Trad. Florentino M. Torner y Rufina Borques. 2ª Ed. México: Fondo de Cultura Económica, 1980. 725p.

Salazar Sotelo, Julia. Narrar y aprender Historia. 1ª Ed. México: UNAM, Dirección General de Estudios de Posgrado, Programa de Posgrado en Historia, Universidad Pedagógica Nacional, 2006. 204 p. (Colección Posgrado).

Salomo, Gabriel (compilador). Cogniciones distribuidas. Consideraciones psicológicas y educativas. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1993. 329p.

Sistema de Bachillerato del Gobierno del Distrito Federal. Memoria. Origen de un proyecto educativo. México: Gobierno del Distrito Federal, Instituto de Educación Media Superior del Distrito Federal, Secretaría de Desarrollo social, 2006. 122p. ils.

Staples Anne. (Antología). Educar: Panacea del México independiente. 1ª Ed. México: Secretaría de Educación Pública, Dirección General de Publicaciones, Ediciones El Caballito, 1985. 159p. (Biblioteca Pedagógica).

------------ Recuento de una batalla inconclusa. La educación mexicana de Iturbide a Juárez. 1ª Ed. México: El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2005. 472p.




[1]Anne Staples. Recuento de una batalla inconclusa. La educación mexicana de Iturbide a Juárez. México, 2005. p. 16.
[2]Anne Staples. Educar: Panacea del México independiente. México, 1985. p. 9.
[3]Ibíd. pp. 23, 26.
[4]Ibíd. pp. 48, 53, 54.
[5]Ibíd. p. 73.
[6]Ibíd. p. 83.
[7]KieranEagan, Mentes educadas. Cultura, instrumentos cognitivos y formas de comprensión. Barcelona, 2000. p. 39.
[8]Michael Cole y Sylvia Scribner. Cultura y pensamiento. Relación de los procesos cognitivos con la cultura. México, 1977. p. 223.
[9]Michael Cole e YrjöEngeström. “Enfoque histórico-cultural de la cognición distribuida” en Gabriel Salomon. Cogniciones distribuidas. Consideraciones psicológicas y educativas. Buenos Aires, 1993. p. 40, 41.