Tres Reglas Fundamentales Para Comprender a Carlos Marx.
Flor de María Balboa Reyna.
Para estudiar a Marx es preciso seguir una serie de
lineamientos fundamentales que nos alejen del equívoco, la confusión y los
errores que comete quien intenta el conocimiento del tema a través de la
extensa profusión de “autores marxistas.” [1]
1. La teoría marxista es el discurso más difundido
en la historia de las ciencias sociales, pero justamente por ello es la
teorización más distorsionada de los discursos disciplinarios. Es preciso
distinguir entre Marx y el marxismo: El
pensamiento de Carlos Marx creo una extensa y diversificada escuela; justamente
por eso, conocer a Marx implica leerlo directamente.
El pensamiento marxista tiene una divulgación tan
amplia a nivel planetario, y a través del tiempo que -quizás por ello- ha sufrido un sinnúmero de
deformaciones. Tantos intérpretes y exégetas, tantos estudiosos y analistas han
conseguido crear una incomprensible y deforme “amalgama” del pensamiento de
Carlos Marx. En medio de tantos autores que desean explicarlo son quizá los
peores aquellos que pretenden enseñar la concepción de Marx a partir de su
simplificación. Precisamente porque el discurso es complejo, es necesario
tratar de comprenderlo en su formulación básica –a través del conocimiento de
su aparato conceptual- y a continuación, en el paulatino entendimiento de su
andamiaje teórico para tratar de captar posteriormente su sistema categorial.
Habría -como dice Gramsci- que elevar la cultura de las masas, y no deformar la
cultura para que éstas puedan comprenderla.
2. Es preciso distinguir la filosofía marxista del
marxismo.
Por lo anteriormente señalado, conocer la filosofía
de Marx, marxista o marxiana (algunos pensadores distinguen entre la concepción
marxista como el pensamiento de sus seguidores, y marxiano como el pensamiento
del propio Carlos Marx). Conocer el pensamiento de Marx significa acudir a la
fuente de la que abrevan todas las escuelas y corrientes de pensamiento que o
bien lo continúan o bien lo deforman, es preciso -como decían los antiguos-
acudir a las fuentes “Ad Fontes”. Para
conocer el discurso de Carlos Marx es preciso acceder a la obra de Marx,
intentar un diálogo directo con el autor, solicitar la explicación, insistir en
el aprendizaje, exigirle su enseñanza, tener paciencia, perseverar y no tomar
“atajos intelectuales”, caminos errados que a la postre pueden significar el
desvío no sólo de la heterodoxia sino de la falsedad. Es necesario quedarse con
Marx y estudiarlo profundamente para entenderlo. Por ejemplo, es preciso asumir
que no se puede comprender a Marx a través de Lenin, son dos autores diferentes
con dos discursos distintos en dos circunstancias históricas diversas.
3. Es preciso dejar de identificar el discurso
crítico de Marx acerca de la dinámica capitalista, con el proyecto político del
comunismo y con la objetividad histórica del socialismo real. Marx es un científico social y su discurso se encuentra fundamentalmente en
su obra El Capital. Es preciso distinguir
perfectamente entre el análisis crítico que Marx realiza acerca del desarrollo
capitalista, con el proyecto socio-político del comunismo y con (algo que
históricamente está absolutamente fuera del alcance, previsión y
responsabilidad de Marx) el sistema establecido en la Unión Soviética después
de la revolución bolchevique, llamado socialismo real y que tiene a mediados
del siglo XX una enorme expansión en el cuál se impone el socialismo hacia
otros países formando el llamado “bloque socialista”.
Primero tenemos que discernir el estudio crítico en
el cual Carlos Marx, a partir de una vasta y trascendente investigación,
realizada desde una perspectiva científica, define al modo de reproducción
mercantil capitalista como un desarrollo social autodestructivo. Éste modo de reproducción social no puede
avanzar sin sacrificar sistemáticamente al sujeto social y depredar
invariablemente a la objetividad natural. Ésta exposición, la encontramos en los siguientes
textos: Elementos Fundamentales de la Crítica de la Economía Política,
Historia Crítica de la Teoría de la Plusvalía pero de modo fundamental en
su obra máxima: El Capital. “ Por tanto, la producción capitalista sólo
sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción
socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra
y el hombre.” [2]
Ahora bien, el discurso que Marx elabora en el Manifiesto
Comunista, constituye un discurso de orden político, donde se hace una
clara instigación a la subversión, de ahí el tono de arenga que se sostiene
durante todo el texto. Constituye una alocución, un manifiesto de partido, se
afirma el fin del capitalismo a partir de la rebelión mundial de la clase
obrera. En ésta proclama, se prefigura el comunismo como un proyecto de reproducción social, como
un programa de acción a considerar hacia una sociedad futura: Se trata de un
nuevo modo de reproducción social desplegado a partir de la creación de nuevas
condiciones de orden infraestructural en torno al incremento de las capacidades
humanas, al avance de las fuerzas productivas, al desarrollo de la ciencia, al
progreso tecnológico y a la opción –hasta ahora evadida- de actualizar plenamente la racionalidad
humana, para construir un nuevo sistema donde el objetivo sea la reproducción
social, no la reproducción del capital. “…toda esta sociedad burguesa moderna,
que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción y de
cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias
infernales que ha desencadenado con sus conjuros”[3]
Debemos discernir claramente la naturaleza
completamente distinta de ambos planteamientos: uno de ellos, a pesar de su
conspicua estructura y prolijo desarrollo es un manifiesto de partido, un
llamado a la revolución, por tanto un
texto político. En cambio los otros libros a los que se hace referencia
constituyen la exposición de una investigación científica elaborada a partir de
laborioso y prolongado examen del proceso histórico que dio lugar al
capitalismo, y del minucioso y profundo análisis de este modo de reproducción
social. Debemos distinguir ambos discursos
para evitar equívocos. El comunismo no es un sistema al que se va arribar de
modo predeterminado, el comunismo es un proyecto, el plan a seguir por una
sociedad de hombres brillantes a partir de una infraestructura idónea, el
comunismo es el sueño de Marx.
Por último, es preciso evitar la identificación del discurso crítico de Marx con lo ocurrido de
modo concreto en la Unión Soviética. A
pesar de que Lenin haya asegurado que su discurso era marxista-leninista se requiere
diferenciar ambos autores y por supuesto dilucidar las significaciones de sendos
discursos. Quien lea a Marx se dará
cuenta de que existen más diferencias que similitudes: Marx era fundamentalmente un filósofo, un
científico social; Lenin era un líder, un revolucionario, el “marxismo-leninismo”
es la interpretación de Lenin acerca del discurso de Marx, pero es preciso leer
a Marx para percatarse de que los sucesos que tuvieron lugar en la Unión
Soviética y en el Bloque Socialista llamado Socialismo Real no se encuentran como
premisa teórica ni como consecuencia lógica en los textos que conforman el
discurso de Carlos Marx .
1.
La revolución que Marx y
Engels esperaban era un estallido que aparecería en un país avanzado, porque se
requería el andamiaje técnico, productivo, científico y tecnológico de un
capitalismo desarrollado. “…cuando el trabajo no sea solamente un medio de la
vida, sino la primera necesidad vital; crezcan también las fuerzas productivas
y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces …la
sociedad podrá escribir en su bandera: De cada cual, según su capacidad; a cada
cual, según sus necesidades”. [4]
La revolución bolchevique de Lenin ocurre en Rusia, que a principios de siglo
se configura como un país semi-feudal, la industrialización en la Rusia
socialista, después Unión Soviética, transcurre a marchas forzadas y a través
de jornadas intensivas y extenuantes para la población trabajadora.
2.
La revolución que Marx y
Engels promovían era una insubordinación de la clase obrera, como clase que
tiene la misión histórica de llevar a cabo la destrucción del sistema
capitalista. “De todas las clases que hoy se enfrentan a la burguesía, sólo el
proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria…” [5]
Esto tiene el sentido de que para Marx el proceso productivo se lleva a cabo
por los trabajadores, que son los que tienen el conocimiento técnico básico de
la producción, y por otro lado constituyen la clase que lleva en su propia
cotidianeidad la contradicción de ser la clase creadora de la riqueza aunque no
sea la consumidora de ella: la contradicción básica de esta sociedad es que los
productores no consumen y los consumidores no producen; en tanto que el ejército rojo de Lenin esta formado
fundamentalmente de campesinos.
3.
La revolución proletaria
tendría lugar de modo nacional inicialmente, y luego se extendería
mundialmente, de ahí la frase “¡Proletarios de Todos los Países Uníos!” [6]
Algunos Prolegómenos al Discurso de Carlos Marx:
Marx y Engels sostienen en La Ideología Alemana,
que las premisas de la historia son hombres produciendo en condiciones
materiales de existencia: “La primera premisa de toda historia humana es,
naturalmente, la existencia de individuos humanos vivientes, El primer estado
de hecho comprobable es, por tanto, la organización corpórea de estos
individuos y, como consecuencia de ello, su comportamiento hacia el resto de la
naturaleza.” [7]
Aquello que constituye la primigenia y elemental posibilidad de vida humana es
un conjunto de seres humanos (tribus, clanes, sociedades) que llamaremos Sujeto
Social, cuya cohesión se establece en una vida común, actualizada
primitivamente como sobrevivencia y posteriormente como estilo de vida
cotidiano. Los miembros del sujeto
social comparten el esfuerzo de sobrevivir en condiciones de escasez, de
peligro ante una naturaleza hostil, una intemperie inhóspita, un medio animal
salvaje, y sobre todo un conocimiento incipiente, un acervo cultural precario,
una pedestre experiencia. Una de las ideas centrales del pensamiento marxista
es que el hombre no nace en el mundo tal cual lo conocemos en la actualidad, es
un animal que debido a su racionalidad evoluciona continuamente, transformando
la naturaleza y transformándose a sí mismo, auto-transformándose.
El Sujeto social se crea a sí mismo, se
auto-construye como ser humano, a lo largo de la historia, a partir de su
relación con el medio natural, pero sobretodo a partir de la interacción del
hombre con el hombre, de su interrelación social. A diferencia de los animales,
cuyo proceso de reproducción implica un proceso de transformación, de orden
intuitivo y por tanto secular; el hombre establecerá una acción en la
objetividad natural que se distinguirá por ser una actividad racional que se
llamará trabajo. En efecto, las abejas
crean panales, las hormigas modifican la objetividad natural en forma de
hormigueros, pero dado que la transformación está siendo guiada por el instinto
entonces siempre será la misma, de modo semejante para la especie. Sin embargo el sujeto social, dotado de una capacidad de
reflexión, lleva a cabo una transformación previamente planificada. Es decir,
actualiza un proyecto que con antelación a su actividad prefiguró mentalmente.
Ello es lo que caracteriza un proceso de trabajo. La diferencia dice Marx entre
un panal geométricamente perfecto y la barda más deforme de un inepto albañil
se debe a que transformación en éste último fue previamente planeada. “Mientras
permanezca trabajando, además de esforzar los órganos que trabajan, el obrero
ha de aportar esa voluntad consciente del fin al que llamamos atención.” [8]
Esta idea del trabajo humano constituye una visión ontológica desarrollada por
Carlos Marx siguiendo la concepción aristotélica de que el hombre es un ser
teleológico (es decir que procede por fines). Para el genio de Estagira, el
hombre elige un fin, persigue un “telos”
(en griego, “telos” significa fin), y trata de encontrar los medios para
conseguir su objetivo. Según Carlos Marx éste proceso que es real en cada uno
de los seres humanos, se convierte en un proceso de orden colectivo entre comunidades
humanas.
De acuerdo con lo anterior, cada sociedad crea su
propio modo de producción, es decir, el sujeto social establece, mediante un
acuerdo colectivo, la manera de enfrentarse a la objetividad natural para transformarla.
Dicho acuerdo se configura como un proyecto de reproducción social. Justamente
porque el tiempo de estas sociedades están signadas por la escasez, determinan:
el qué, el cómo y el cuánto producir, el qué, el cómo y el cuánto distribuir y
finalmente el qué, el cómo y el cuánto consumir. Es decir, a través de un
proyecto de reproducción social, se define la conciliación entre las
capacidades productivas de la población con las necesidades de consumo de la
misma. Ello establece una práctica común,
previamente elegida por la comunidad, que produce y reproduce su actuación de
modo continuo y con ello genera no solamente un modo de producción, sino
también una definición de ser social, “Lo que son coincide, por consiguiente,
con su producción, tanto con lo que producen como con el modo cómo producen”. [9]
Desde la perspectiva fundante del ámbito económico, lo esencial es el modo en
que estas comunidades se reproducen, el modo en que establecen su manera de
producir y consumir, así como la forma de distribución adoptada. “Nos
encontramos, pues, con el hecho de que determinados individuos, que, como
productores, actúan de un determinado modo, contraen entre sí éstas relaciones
sociales y políticas determinadas”. [10] Nos encontramos con una población
determinada existiendo (y reproduciendo su existencia) en determinadas
condiciones materiales de orden natural, condiciones que tienen que ver con un
entorno geográfico-climático, de
naturaleza generosa o avara, de escasez o prodigalidad.
Cada comunidad (tribu o clan), como conglomerado
social, como conjunto de individuos o como sujeto social. Toda vez que el
sedentarismo implica el establecimiento del sujeto social en un cierto
territorio a partir de ciertas circunstancias naturales que permiten su
sobrevivencia y reproducción, la tierra como su “laboratorium natural”, diría
Marx en los Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política
de 1859, se convertirá en su tierra, en un contexto físico-natural que
circunda y enfrenta en tanto objeto a la sociedad en tanto que sujeto. Ésta correlación orgánica que constituye la
básica interrelación dialéctica –contradictoria pero operativa- entre el sujeto
y el objeto en términos generales, y en términos particulares entre un sujeto
social determinado y una objetividad natural determinada, son no solamente las
premisas de la historia, sino la contradicción más importante para la
dialéctica, como método y como filosofía. Es decir, el sujeto social es también
una objetividad natural porque como
todos los animales, es un organismo biológico; luego también es naturaleza, que
comparte el destino de todo sistema vital de nacer, crecer reproducirse y
morir, pero al mismo es diferente de la objetividad natural porque posee una
racionalidad que lo distingue de todos los animales. La relación Sujeto-Objeto
implica entonces una correlación, interacción orgánica de recíproco
condicionamiento. El sujeto social es a un tiempo igual y diferente a la
objetividad natural que constituye su contexto; ahora bien el sujeto social es
capaz de transformar una realidad natural que aunque configurada como
factualidad ante el sujeto es susceptible de modificación continua. Ahora bien,
habida cuenta de que ésta objetividad natural es asumida por el sujeto social como
entorno vital, éste forma un espacio en el cual desarrolla su actividad
reproductiva, entonces el sujeto social aprenderá a transformarla de acuerdo a
sus necesidades e intereses, en concordancia con sus fines. Previamente a su
actuación práctica tendrá un programa de acción teórico. El hombre como ser
genérico, planificará su actividad transformadora, ésta es la simiente del
progreso, el sujeto tiene un modelo de actividad que orienta la realización de
la misma, por lo tanto su actividad práctica siempre superará la anterior,
porque ésta será premisa de un nuevo proyecto de acción a seguir. La actividad
transformadora del sujeto no será la reiteración secular del mismo
proceso interminablemente repetido en el reino animal cuya guía de acción es
intuitiva: el momento de sorprender a la presa para devorarla, el acecho
análogo del predador ante su víctima, el
capullo siempre semejante, etc.
El curso de lo natural va a ser permanentemente alterado por la
actividad humana: todos los animales transforman a la naturaleza para su
reproducción, pero sólo el hombre en tanto que animal racional es capaz de
llevar a cabo una transformación proyectiva, y con ella su práctica diaria de
producción y consumo, un trabajo cíclico que corresponderá a su ciclo vital
reproductivo como práctica productiva-consuntiva cotidiana. La historia de la humanidad y la
historia de cada uno de los pueblos del mundo es la historia de esta forma
diferente y específica de enfrentar el
medio ambiente, de luchar por la existencia, de unirse contra un clima
inhóspito, de cohesionarse contra animales salvajes, de compartir el denodado
afán de sobrevivir.
El hecho de que la acción transformadora del sujeto
social en la objetividad natural se configura como trabajo tiene que ver
también con el hecho de que el hombre es el único animal que emplea una
mediación objetiva que forma su posibilidad, necesidad, facilidad, comodidad
entre él mismo y la naturaleza: nos referimos a la fabricación de instrumentos.
Siguiendo a Benjamín Franklin, Marx va a decir que el hombre es un “toolmaking
animal”, un creador de herramientas. “El uso y la fabricación de medios de
trabajo, aunque en germen se presenten ya en ciertas especies animales,
caracteriza el proceso de trabajo específicamente humano”. [11]
El instrumento como elemento funcional y elemento fundamental de la técnica, va
a ser factor de perfeccionamiento continuo, y la impronta de la tecnología. Las
diferentes épocas históricas tienen que ver con las competencias técnicas del
ser humano en el manejo de los diferentes materiales que utilizó en la
configuración de su mundo material.
Para Marx el hombre no es sólo un ente racional, la
racionalidad sólo es parte de sus potencialidades, una de las más importantes
es la acción, (también para Hegel la definición de sujeto tiene que ver con el
concepto actividad) pero en Hegel la actividad se refiere a la acción de la
inteligencia, a la actividad del
pensamiento. Para Marx tiene que ver directamente con la acción material, la
acción artística, la acción social, la acción política, la acción científica,
la acción investigativa etc. Cada una de ellas presupone un proyecto, un diseño
teórico. La acción transformadora surge de la actividad del pensamiento, las
ideas inspiran las acciones, las provocan, las generan, las encauzan, vehiculan
y dirigen. Pero al mismo tiempo –y dialécticamente-, el pensamiento surge de su
interacción con la objetividad material, es la actividad práctica la que
despierta las ideas, la que acucia y aguza
el pensamiento, el que da lugar a los proyectos, los programas, la
planeación de objetivos y elección de fines.
Ahora bien, el sujeto social constituye una
comunidad, conformada por miembros que interactúan entre sí, que se relacionan
y enlazan en todos los niveles de la vida social: en el plano económico en el
político y en el cultural. Ésta correlación entre sujetos implica en principio
un enlace para la actividad productiva que requirió el ejercicio del
pensamiento y el fundamento de la comunicación. Si nos imaginamos el esfuerzo
de la sobrevivencia como un concurso de fuerzas “concours de forces”, entonces
tenemos que pensar en una comunidad fuertemente cohesionada. Se asume la
existencia de una comunidad de intereses, con un proyecto común y con unos
objetivos semejantes. Se sabe que el concepto de individuo surgió
históricamente hasta la sociedad griega de los primeros filósofos de Atenas
(Siglo VII-VI a.c.) Previamente no existía la idea de individuo, el ser humano
se auto-concibe parte de la comunidad. El establecimiento de la diferencia
constituye una nueva dialéctica entre el individuo y la sociedad, el primero es
parte de la segunda, pero se diferencia de ella, en el momento en que se
auto-conoce como distinto de la comunidad.
En la comunidad, los hombres transforman y su
transformación entraña e implica un pensamiento, pero el pensamiento tuvo que
ser compartido, recuérdese que el trabajo colectivo requería un proyecto común,
que tuvo que ser transmitido, comprendido y aceptado por los colaboradores de
la acción conjunta actualizadora del proyecto, por lo tanto el sujeto forjó un
código comunicativo, ahora bien, tener un lenguaje significa tener un sistema
de conceptos o ideas; por otro lado, pensar implica enlazar ideas: si
consideramos que lo fundamental en ésta relación es la actividad comunicativa,
entonces tendremos ya una nueva tríada dialéctica: el hombre en tanto
constructor (homo faber) es al mismo tiempo un hombre que diseña modelos de
acción (homo sapiens) y es también, al mismo tiempo un hombre que se comunica
socialmente, es decir, un “homo loquens”. Éstas facultades se fueron
desarrollando de modo histórico por parte del ser humano y también forman parte
del progreso de la humanidad.
La existencia humana en Marx, -como en Aristóteles.
Tiene que ver con la dirección de los fines. Marx, siguiendo a Aristóteles
declara que el hombre es un ser “teleológico”, su “telos” es el elemento
decisorio y vehiculante hacia la forma de vivir su vida, como metas a lograr.
Todo ello da lugar, de modo gradual, por lo tanto,
a ciertos hábitos y costumbres heredados; por otro lado, éstas sociedades
tienen en común ciertas características físicas de orden étnico, que los
identifica en cuanto comunidad y los diferencia de otras entidades. Todo ello
coincide en la conformación de una figura de socialidad, dentro de la cual
tiene cabida la dimensión cultural: un código comunicativo, una forma de
pensamiento, una manera de interpretar la realidad, es decir, una concepción
del mundo. “Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se
manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la
religión, de la metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores
de sus representaciones, de sus ideas, etc.” [12]
Marx afirma: el hombre transforma, luego existe, su
pensamiento define su transformación, luego define su existencia. su existencia
está garantizada por su proceso productivo pero la forma, la caracterización de
tal acción, tiene que ver con su definición existencial.
Cada hombre elige su existencia, su praxis, su
actividad cotidiana en cuanto trabajo. A partir de una jerarquización estatutaria,
puede elegir –o no- dedicarse a una actividad u otra. Puede elegir quizás una
profesión o un modus vivendi. Elige sus relaciones, sus amistades; al cumplir
cierta edad puede elegir abandonar a su familia o estrechar lazos fraternales o
parentales.
Lo importante es que la cotidianeidad de una
sociedad se establece dentro de una objetividad natural que es continuamente
modificada a través de una actividad
transformadora consciente, que persigue fines previamente seleccionados de
acuerdo a su propia concepción del mundo:
“La historia de los seres humanos sigue un camino y no otro como
resultado de una sucesión de actos de elección tomados en una serie de situaciones concretas en las que la dimensión
cultural parece gravitar de manera determinante.”[13]
Asimismo,
cada sociedad elige su figura de socialidad, su forma de ser social, de
integrarse o fragmentarse, de producir, de distribuir y de consumir, su forma
de pensar, de relacionarse, de seguir ciertos rituales y ciertas costumbres, de
imponer ciertas reglas y obedecerlas o quebrantarlas, etc. Por eso Marx afirma
que el hombre antes de ser un animal político, como afirma Aristóteles, es un
animal social. De acuerdo con esta idea, el sujeto social crea su propia
identidad de modo imperceptible, pero sistemático; la construye cotidianamente.
El sujeto social elige colectivamente sus objetivos, selecciona
comunitariamente los medios para conseguir sus fines, actualiza socialmente su
proyecto, todo ello implica la realización de una actividad consciente, y por
tanto significa el diseño de su propia identidad social, lo cual
correlativamente también significa el ejercicio de su capacidad política, su
posibilidad de auto-dotación de su forma social y por tanto la elección, en
cuanto polis de un proyecto de reproducción social.
Bibliografía
Eric, Hobsbawm
et Al. Historia del Marxismo., T. I., Ed. Bruguera, Barcelona, 1979.
Marx, Carlos, Crítica
del Programa de Gotha, C. Marx, F. Engels., Obras Escogidas, T.
III., Ed. Progreso de Moscú, 1973.
Marx, Carlos, El
Capital, T. I., Ed. FCE., México,
1987
Marx, Carlos.,
Engels, Federico., La Ideología Alemana., Ed. ECP., México, 1978.
Marx,
Carlos y Engels, Federico, Manifiesto del Partido Comunista, en C.Marx y
F. Engels, Obras Escogidas T.I., Ed. Progreso Moscú. 1973.
[1] “Aparte de lo
dicho, creemos que ni hoy ni tampoco en el pasado hay un solo marxismo, sino
muchos marxismos, inmersos, como se sabe, en ásperas polémicas internas en los
que unos llegan a negarles a los otros el derechos de declararse tales.” Cfr.
Eric, Hobsbawm et Al. Historia del Marxismo., T. I., Ed. Bruguera,
Barcelona, 1979. p. 13.
[2] Marx, Carlos, El
Capital, T. I., Ed. FCE., México,
1987. P. 424.
[3] Marx, Carlos y
Engels, Federico, Manifiesto del Partido Comunista, en C.Marx y F.
Engels, Obras Escogidas T.I., Ed. Progreso Moscú. 1973.
[4] Cfr. Marx, Carlos, Crítica del Programa de Gotha, C. Marx, F.
Engels., Obras Escogidas, T. III., Ed. Progreso de Moscú, 1973. P. 15.
[6] Manifiesto
del Partido Comunista, Op. Cit., p. 140.
[8] Marx, Carlos., El
Capital, T. I., Ed. FCE. México, 1987., P. 130.
[9] La Ideología
Alemana, Op. Cit., p. 19.
[10] Íbidem, p. 25.
[11] Cfr. El
Capital., Op. Cit., p. 132.
[12] Íbidem.
[13] Echeverría,
Bolívar., Definición de Cultura., Ed. Itaca, México, 2010. P. 21.