miércoles, 2 de octubre de 2013

Eric Hobsbawm. Fractura y tiempo


Isnardo Santos
“Predecir tendencias sociales, 
es en un sentido, más fácil que predecir acontecimientos”
Eric Hobsbawm, 1981


Eric Hobsbawm falleció en Londres, Inglaterra, el 1 de octubre de 2012 a la edad de 96 años, historiador Británico de orientación marxista y uno de los últimos pensadores totalizantes del siglo XX. La extensa obra del reconocido autor se formó a lo largo de décadas de experiencia docente y de investigación universitaria. Educado primeramente en Berlín hasta los años de la adolescencia, en que su condición judía  lo obligó a migrar a Inglaterra, se doctoró en historia en el King's College, Cambridge. Su formación marxista y su apego al Partido Comunista provienen, sin embargo, de sus años de adolescencia vividos en Alemania. Hobsbawm fue uno de los últimos sobrevivientes de la primera generación de historiadores marxistas Británicos, aunque algunos autores han negado tal condición y reprochan su paulatina “derechización” (Alan Woods, 2012). Lo cierto es que Hobsbawm jamás dejó de definirse dentro del marxismo (How to Change the World)
            Sería difícil definir su trabajo en una línea particular de investigación, pues sus indagaciones van desde trabajos sobre la Revolución Industrial (Industry and Empire, 1968), movimientos sociales (Primitive Rebels, 1959); arte (Behind the times, 1998); música (The Jazz Scene, 1988); tradiciones (The invention of tradition, 1992); teoría (On History, 1997); política (For a Rational Left: political writing, 1988); ideas (How to Change the World: Tales of Marx and Marxism 1840-2011, 2011); historia universal (The Age of Extremes, 1994); autobiografía (Interesting Times: a Twentieth-century Life, 2002); hasta lo que podríamos definir como “futurismo histórico”(Fractured times, 2013).  
            Sin embargo puede distinguirse que el objeto central en la obra de Hobsbawm es el origen y desarrollo del mundo moderno. Dos eventos marcan para Hobsbawm el punto de partida de nuestra contemporaneidad: la Revolución Industrial y la Revolución Francesa. La primera es el obligado referente del cambio económico y, por ende, de una transformación en la organización social e internacional (Industry and Empire). La segunda, representó para el infatigable historiador, el arranque de los nuevos paradigmas políticos que transformarán la organización de los Estados-nacionales en el mundo occidental (Echoes of the Marseillaise).
            Su zona marxista y su formación como historiador económico le proporcionaron una herramienta imprescindible: el apropiado manejo del tiempo. Este timing histórico lo acompañará en todas sus obras y en la mayoría de sus reflexiones. El tiempo se presenta en Hobsbawm como un elemento continuo, que inevitablemente manifiesta fracturas, dobleces (The Age of Extremes), a través de los cuales el historiador está en posibilidad de definir nuevos marcos y horizontes para explicar los sujetos sociales y la naturaleza de los procesos históricos. De hecho sus estudios sobre las sociedades campesinas y obreras se concentran en momentos de ruptura, de cambio o de transición. Primitive Rebels, primero, y Bandits, después, son claros ejemplos de estudios sobre sociedades humanas ubicados en los umbrales; entre la desaparición de las sociedades agrarias tradicionales y la implantación de un moderno sistema capitalista. Por esta razón es tan vistoso y sugerente su modelo sobre los bandidos sociales, ya que para Hobsbawm el fenómeno del bandidaje no es privativo de una región en particular, sino que descubre que se reproduce en diferentes Estados y áreas geográficas de Europa y América, lo que se explica por la transición que supone la adopción de un nuevo sistema productivo (Capitalista) frente a la resistencia de los grupos tradicionales.
            Su selecto sentido del tiempo se manifestará en una serie de obras de síntesis histórica, la tetralogía sobre las “Eras”. The Age of Revolution: Europe 1789-1848, (1962); The Age of Capital, 1848-1875, (1975); The Age of Empire 1875-1914, (1987) y The Age of Extremes: the short twentieth century 1914-1991, (1994). A la que podría sumarse una quita obra, que aborda el incipiente siglo XXI, Essays on Globalization, Democracy and Terrorism, (2007). En estos trabajos Hobsbawm demuestra una maestría insuperable en el uso del tiempo diacrónico y sincrónico. Las obras cumplen con la ambición de la escuela de los Annales ―a la que era afín Hobsbawm (On History, 1997)― de realizar una historia “total”, ya que sus trabajos exponen no solo la estructura económica y política de los diferentes estados nacionales en el mundo, sino que elabora destellantes análisis sociales y culturales en cada fracción del tiempo. Al estudio del tiempo largo suma las coyunturas locales, nacionales y estatales de un apenas dibujado “sistema” mundial. 
            Su privilegiado uso del tiempo histórico llevó a nuestro autor a romper la barrera del tiempo fáctico. Como buen marxista, y con el dominio del cambio histórico, Hobsbawm se aventuró a lo que él mismo denominó la “prognosis” en la historia. En un artículo titulado “Con la vista puesta en el mañana: la historia y el futuro”, publicado en 1981, en la New Left Review, Hobsbawm hizo una dilatada reflexión sobre el potencial de la predicción en el historiador. El punto era nodal, si la justificación de la historia era su carácter tridimensionalidad; pasado, presente y futuro, siendo el pasado y, hasta cierto punto, el presente objetos de su análisis, ¿qué había del futuro? Para Hobsbawm la historia estudiaba “realidades”, hechos que no estaban ajenos a nuestro presente, plantear escenarios a futuro, por ende, representaba solo una posibilidad para el historiador y una función adicional de la historia.
En su libro póstumo Fractured times podemos leer a un Hobsbawm analizando la “realidad” cultural (presente) del mundo occidental, pero con la tentativa de mirar más lejos, hacia dónde vamos. Como si el historiador del siglo pasado quisiera hurgar con la profundidad de su mirada histórica en los derroteros de las sociedades en formación.  
Obviamente esta invitación a aproximarnos al futuro no la realizó Hobsbawm de forma irresponsable, ni la efectuó en apego a la desatada ficción. Nos propuso, en cambio, emplear las herramientas de la historia social y económica para poder verificar “tendencias”. La herramienta provista para el historiador, para acceder a este tipo de análisis, es su privilegiada vista panorámica, del uso de la perspectiva económica y la formulación prospectiva de posibles escenarios sociales, donde el “accidente” no está exento. ¿De qué le sirve esto al historiador? Pregunta difícil de responder, pero  para Hobsbawm el plantear escenarios tiene que ver con la condición activa del historiador, de la incidencia que pueda tener en los acontecimientos, él mismo fue un actor político. El “pronóstico”, como cualquier jugador de ajedrez lo sabe, ayuda a decidir sobre el siguiente movimiento en el tablero, por ende sería en este punto en el que la historia cumple con su cometido original, lo que dotaría de la capacidad de planeación y prevención a las sociedades. Esta fue seguramente la última jugada predictiva de uno de los más trascendentales historiadores del siglo pasado.
Gallego, Marisa, Eric Hobsbawm y la historia crítica del siglo XX, Madrid: Campo de ideas, 2005.
Hobsbawm, Eric, Un tiempo de rupturas. Sociedad y cultura en el siglo XX, Trad. Cecilia Belza, México: Paidós/Crítica, 2013.
--------------, Guerra y paz en el siglo XXI, Trad. Beatriz Equibar [et.al], Barcelona: Crítica, 2007   
--------------, Sobre la historia, Trad. Jordi Beltrán, Barcelona: Crítica, 1998.
--------------,  Años interesantes. Una vida en el siglo XX, Trad. de Juan Rabasseda-Gascó, Barcelona: Crítica 2003.
--------------, Historia del siglo XX, 1914-1991, Trad. Juan Faci [et.al.], Barcelona: Crítica, 1995.
Woods, Alan, “Hobsbawm fue un marxista?”, en In defence of marxism,19 de octubre 2012: http://www.marxist.com/was-hobsbawm-a-marxist-1.htm