domingo, 20 de julio de 2014

La manera de beber vino en la Grecia clásica.

Dionisio

En el libro  A  History of  World in  6 glasses, Tom Standage   nos  ofrece  una descripción muy  interesante   sobre  el  consumo  del  vino en  Grecia.     Una  de la  característica  más   singulares  era  que  antes de  beberlo  lo mezclaban con agua.  El  colmo  de la  sofisticación  consistía  en  tomar  la mezcla de  vino  y  agua en un  reunión privada  llamada simposio.  Lo  asistentes  se  componían exclusivamente de  hombres  aristócratas,  tenia   lugar  en  un sitio  denominado  andrón (el  salón  de los  hombres).  Sus  muros  se encontraban ocasionalmente decorados con  escenas relacionada  con el  vino. El  uso  de un  salón  en  particular    remarcaba  que el  simposio  era un  evento  especial  en el  que  no  aplicaban  las reglas  acostumbradas.  No  era  raro  que  el andrón  fuera  el  único  lugar  de la  casa con  piso de piedra.

 Asistían al  simposio  normalmente  una docena de   individuos,.  Ninguna  mujer  compartía el  asiento   y  su  presencia  se limitaba  a   participar    como  bailarinas. músicas y     dando  servicio   a las  mesas.
La   ocasión daba  inicio  sirviendo la  comida  sin nada   o muy  poca   bebida, una  vez  que terminaban de comer,   se  limpiaba la mesa   y   se  traía el  vino. En   la  tradición  ateniense  se ofrecían   tres brindis  uno por  los  dioses,   otro por lo  héroes    muertos, en especial por lo  ancestros, y  el  ultimo por  Zeus, el rey  de lo  dioses.  Una  joven    amenizaba tocando     una flauta.  Llevaban racimos de flores  y  hojas de vid,  para  conseguir  la   atmósfera  perfecta  se  procedía a  aplicar    perfume.  Una  vez     puesto el escenario,  solamente  faltaba  comenzar  a  disfrutar de la  bebida y  sus  efectos.

Se    mezclaba el   vino  con  agua en un  gran recipiente llamado krater. El  agua   provenía    de una  jarra  de tres  asas   llamada  hydria.  La cantidad de  agua  agregada  determinaba  la  velocidad con la que  los  asistentes se  emborrachaban. Las proporciones más  utilizada  eran  2: 1,  5:2,  3:1,  y 4:1.  La mezcla de partes  iguales de  agua  y  vino  era  conocida  como vino  fuerte.  En  clima  cálido  el  vino  era  enfriado   adicionándole  nieve.

El beber  cualquier  vino sin agregarle  agua, era  considerado por los  griegos  como un acto   de  bárbaros,  afirmaban  que  beber  vino  sin mezclarlo   volvía a las personas  violentas  e  inclusive los podía llevar a  la  locura. Heródoto cuenta  que  por beber vino sin  agua,  el rey  Cleómenes de  Esparta  enloqueció.


Lo  griegos   creían  que  la mejor manera de hacer   un  buen  uso del   don  de Dionisio  era   beber  con moderación para  mantenerse justo en la línea  entre la  sobriedad y la  ebriedad. El    estado perfecto en  donde  se   goza  de la  libertad del lenguaje ,  y al mismo  tiempo     la preocupación  queda  minada,  evitando  con  un  exceso caer en la  violencia  mostraba   por lo  bárbaros  cuando  bebían.

Eubulo

El  dramaturgo Eubulo  en una  de  sus   obras habla sobre la  cantidad de    copas  que  debían de  servirse:  Para  el    hombre  sensible preparo solamente   tres   copas, la   primera es para la  salud, la  segunda  para el  amor  y el placer, y  la tercera  para dormir. Después de  la tercera el  hombre  sabio    se  va  a  casa. La  cuarta   copa    ya  no es   para  mi ,  afecta  el comportamiento, la   quinta  provoca    los  gritos,  la  sexta  es para  la  grosería y los  insultos, la séptima  sirve a la  pelea, la  octava  lleva a   destruir los muebles, la  novena  es   para  la  depresión,  y la  décima es para   el inconsciente  y la locura.
El  objetivo de  un  simposio era   encontrar  el placer  ya  fuera    de  orden  social, intelectual   o   sexual  en el  perfecto  balance. Para  los  griegos  ese estado  se lograba  a  partir  del ritual  de  mezclar el  vino.    

Stadange,  Tom. A history  of  World  in  six  glasses.  Alker & Company  New  York  2006 

Marco  Fabrizio Ramírez  Padilla

viernes, 18 de julio de 2014

Juan José de Vértiz y Salcedo el novohispano que cambió Buenos Aires.


 Un  dato  poco  recordado en México es  que el   segundo virrey  que   asumió  el  cargo en  el virreinato del Rio de la  Plata, Juan  José de Vértiz  y  Salcedo  nació en la  ciudad de  Mérida  Yucatán en  1718.  Su  padre  fue Juan  José Vértiz  Hontañón , Gobernador de  Yucatán y  su  madre María Violante  de  Salcedo Enríquez de  Navarra.

El  virrey  es  recordado como uno de los  mejores  gobernantes del  sur  del continente.   Fue llamado el  virrey  “de las luminarias” por instalar el   alumbrado público  en Buenos  Aires.Entre  otras  cosas, fundó la   casa de los  niños expósitos destinada  al cuidado de los  menores huérfanos.  La institución se financiaba con los ingresos que le daba la imprenta que Vértiz hizo traer del  Colegio  Cordobés de  Monserrate en 1780. La cual había sido instalada por los jesuitas y abandonada por los franciscanos que se hicieron cargo del establecimiento educativo tras la expulsión del Río de la Plata de la "Compañía". Por  ese sólo hecho  el  virrey  ya  tendría   asegurado  un  lugar en la memoria al  ser considerado el  introductor de la    imprenta  en  Buenos Aires. Además creó la Correccional de Mujeres, el Real Colegio de San Carlos, la Casa de Comedias, conocida como  "La Ranchería", que  era una construcción de madera, espaciosa, con techo de paja e iluminación con velas de cebo. Uno de los objetivos  de la creación del  teatro era  el deseo de inculcar a la juventud el gusto literario y la afición a los espectáculos donde, según el propio Virrey,  los más jóvenes debían tomar conocimiento de los grandes hechos de la historia antigua. "El teatro es la mejor escuela para las costumbres, para el idioma y para la urbanidad general" Sobre el palco escénico, Vértiz había mandado colocar el lema "Ridendo corrigo mores", que significa: "Con la risa corrijo las costumbres". Para completar su obra, Vértiz se las ingenió para constituir compañías de actores con buenos sueldos y privilegios personales.

 También  a él se  debe  el Paseo de la Alameda; se dedicó a reprimir el delito, sanear la ciudad, fomentar la agricultura y la industria; fortificó las fronteras, uniformó y  organizó de  manera   profesional las tropas, creó poblaciones en la Patagonia. Fundó  el  Protomedicado.  Durante    su  gobierno   realizó el primer censo de la  ciudad  contabilizando   37,000  habitantes.

Como   un   hecho verdaderamente  excepcional al concluir su mandato en  1784, el Rey lo eximió del "juicio de residencia" que establecía la ley, dado que su integridad y honestidad eran notorias.

Es   muy  difícil, en la   actualidad   dejar de pensar cuánta    falta nos  hacen    gobernantes   como Juan  Jóse  de Vértiz  en  toda  nuestra  Hispanoamérica.


Marco Fabrizio  Ramírez Padilla