miércoles, 18 de octubre de 2017

“La espada de Damocles”. Represión y violencia en la independencia.



“La espada de Damocles”. Represión y violencia en la independencia.[1]

Joaquín Espinosa Aguirre.

En su artículo Espinosa Aguirre hace un análisis sobre el movimiento armado de 1810 en la Nueva España y aclara que este superó con mucho al gobierno ya que, al paso del tiempo, las acciones de los insurgentes adoptaron como propia la defensa de España que había sido invadida por Francia. Esta es una de las razones por las que el gobierno virreinal no tuvo la posibilidad de justificar sus terribles actos represivos en contra de los grupos insurgentes. Sin embargo, el virrey Francisco Xavier Venegas acusó a los independistas de estar coludidos con Napoleón por esta razón estos últimos fueron amenazados con la excomunión y otros castigos.
  Así bajo esas circunstancias el gobierno recurrió a la represión violenta de cualquier manifestación en su contra.
Espinosa Aguirre escribe que los virreyes Venegas, Calleja y Ruiz de Apodaca tomaron decisiones represivas que se volvieron en su contra, un ejemplo de ello es el gran otorgamiento de decisiones que hizo Venegas a los militares para detener a los insurgentes y del que se valieron aquellos para tomar en sus manos cualquier disposición tanto de nombrar autoridades, impartición de justicia, administración de los impuestos recabados, etc.
Avanzando en la lectura los castigos corporales de los que se valió el gobierno virreinal para la represión se podían dividir en tres: los físicos y sicológicos, aquellos que recaían sobre la moral y dignidad, por último, los pecuniarios dirigidos a los bienes materiales. Por supuesto, que los castigos corporales también eran utilizados para obtener información y eran aceptados desde 1768 por la expedición de la Ordenanza Militar de este año. En un primer momento los castigos corporales fueron encaminados a los supuestos emisarios de Napoleón para torturarlos y delataran a sus contactos con esta medida se buscaba que el pueblo llano no cayera en la tentación de unirse al movimiento insurgente.
Otras formas de represión fueron las sospechas y acusaciones estas llegaron hasta el clero que fue también violentamente reprimido, al mismo tiempo se prohibieron las reuniones de seis o más personas. También se recurrió a despojar de las armas y a quienes no las entregaran  voluntariamente se les aplicarían diversas sanciones, aún algunos aperos de labranza fueron considerados como instrumentos de violencia.
Por último, el gobierno virreinal recurrió a lo que Espinosa Aguirre llama “La Falsa clemencia” consistente en otorgar el perdón a todo aquel que se acogiera a este bando emitido por el virrey Calleja pero todo aquel que no lo hiciera y se reuniera con fines de sedición y en contra del gobierno se le aplicaría la pena capital sin distinción de personas.
A manera de conclusión el objetivo final del gobierno virreinal era acabar con cualquier oposición sin importar si había o no culpabilidad de los acusados.


[1] Artículo publicado en Diacronías, Año 10, número 17, CDMX, abril 2017. pp. 65-76.

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