miércoles, 25 de septiembre de 2013

Tres Reglas Fundamentales Para Comprender a Carlos Marx.

Tres Reglas Fundamentales Para Comprender a Carlos Marx.

Flor de María Balboa Reyna.

Para estudiar a Marx es preciso seguir una serie de lineamientos fundamentales que nos alejen del equívoco, la confusión y los errores que comete quien intenta el conocimiento del tema a través de la extensa profusión de “autores marxistas.” [1]
1. La teoría marxista es el discurso más difundido en la historia de las ciencias sociales, pero justamente por ello es la teorización más distorsionada de los discursos disciplinarios. Es preciso distinguir entre Marx y  el marxismo: El pensamiento de Carlos Marx creo una extensa y diversificada escuela; justamente por eso, conocer a Marx implica leerlo directamente.
El pensamiento marxista tiene una divulgación tan amplia a nivel planetario, y a través del tiempo que  -quizás por ello- ha sufrido un sinnúmero de deformaciones. Tantos intérpretes y exégetas, tantos estudiosos y analistas han conseguido crear una incomprensible y deforme “amalgama” del pensamiento de Carlos Marx. En medio de tantos autores que desean explicarlo son quizá los peores aquellos que pretenden enseñar la concepción de Marx a partir de su simplificación. Precisamente porque el discurso es complejo, es necesario tratar de comprenderlo en su formulación básica –a través del conocimiento de su aparato conceptual- y a continuación, en el paulatino entendimiento de su andamiaje teórico para tratar de captar posteriormente su sistema categorial. Habría -como dice Gramsci- que elevar la cultura de las masas, y no deformar la cultura para que éstas puedan comprenderla.

2. Es preciso distinguir la filosofía marxista del marxismo.
Por lo anteriormente señalado, conocer la filosofía de Marx, marxista o marxiana (algunos pensadores distinguen entre la concepción marxista como el pensamiento de sus seguidores, y marxiano como el pensamiento del propio Carlos Marx). Conocer el pensamiento de Marx significa acudir a la fuente de la que abrevan todas las escuelas y corrientes de pensamiento que o bien lo continúan o bien lo deforman, es preciso -como decían los antiguos- acudir a las fuentes “Ad Fontes”.  Para conocer el discurso de Carlos Marx es preciso acceder a la obra de Marx, intentar un diálogo directo con el autor, solicitar la explicación, insistir en el aprendizaje, exigirle su enseñanza, tener paciencia, perseverar y no tomar “atajos intelectuales”, caminos errados que a la postre pueden significar el desvío no sólo de la heterodoxia sino de la falsedad. Es necesario quedarse con Marx y estudiarlo profundamente para entenderlo. Por ejemplo, es preciso asumir que no se puede comprender a Marx a través de Lenin, son dos autores diferentes con dos discursos distintos en dos circunstancias históricas diversas.

3. Es preciso dejar de identificar el discurso crítico de Marx acerca de la dinámica capitalista, con el proyecto político del comunismo y con la objetividad histórica del socialismo real.  Marx es un científico social  y su discurso se encuentra fundamentalmente en su obra El Capital.  Es preciso distinguir perfectamente entre el análisis crítico que Marx realiza acerca del desarrollo capitalista, con el proyecto socio-político del comunismo y con (algo que históricamente está absolutamente fuera del alcance, previsión y responsabilidad de Marx) el sistema establecido en la Unión Soviética después de la revolución bolchevique, llamado socialismo real y que tiene a mediados del siglo XX una enorme expansión en el cuál se impone el socialismo hacia otros países formando el llamado “bloque socialista”.
Primero tenemos que discernir el estudio crítico en el cual Carlos Marx, a partir de una vasta y trascendente investigación, realizada desde una perspectiva científica, define al modo de reproducción mercantil capitalista como un desarrollo social autodestructivo.  Éste modo de reproducción social no puede avanzar sin sacrificar sistemáticamente al sujeto social y depredar invariablemente a la objetividad natural.  Ésta exposición, la encontramos en los siguientes textos: Elementos Fundamentales de la Crítica de la Economía Política, Historia Crítica de la Teoría de la Plusvalía pero de modo fundamental en su obra máxima: El Capital. “ Por tanto, la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre.” [2]
Ahora bien, el discurso que Marx elabora en el Manifiesto Comunista, constituye un discurso de orden político, donde se hace una clara instigación a la subversión, de ahí el tono de arenga que se sostiene durante todo el texto. Constituye una alocución, un manifiesto de partido, se afirma el fin del capitalismo a partir de la rebelión mundial de la clase obrera. En ésta proclama, se prefigura el comunismo  como un proyecto de reproducción social, como un programa de acción a considerar hacia una sociedad futura: Se trata de un nuevo modo de reproducción social desplegado a partir de la creación de nuevas condiciones de orden infraestructural en torno al incremento de las capacidades humanas, al avance de las fuerzas productivas, al desarrollo de la ciencia, al progreso tecnológico y a la opción –hasta ahora evadida-  de actualizar plenamente la racionalidad humana, para construir un nuevo sistema donde el objetivo sea la reproducción social, no la reproducción del capital. “…toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros”[3]
Debemos discernir claramente la naturaleza completamente distinta de ambos planteamientos: uno de ellos, a pesar de su conspicua estructura y prolijo desarrollo es un manifiesto de partido, un llamado  a la revolución, por tanto un texto político. En cambio los otros libros a los que se hace referencia constituyen la exposición de una investigación científica elaborada a partir de laborioso y prolongado examen del proceso histórico que dio lugar al capitalismo, y del minucioso y profundo análisis de este modo de reproducción social. Debemos distinguir  ambos discursos para evitar equívocos. El comunismo no es un sistema al que se va arribar de modo predeterminado, el comunismo es un proyecto, el plan a seguir por una sociedad de hombres brillantes a partir de una infraestructura idónea, el comunismo es el sueño de Marx.

Por último, es preciso evitar la identificación  del discurso crítico de Marx con lo ocurrido de modo concreto en la Unión Soviética.  A pesar de que Lenin haya asegurado que su discurso era marxista-leninista se requiere diferenciar ambos autores y por supuesto dilucidar las significaciones de sendos discursos.   Quien lea a Marx se dará cuenta de que existen más diferencias que similitudes:  Marx era fundamentalmente un filósofo, un científico social;   Lenin era un líder, un revolucionario, el “marxismo-leninismo” es la interpretación de Lenin acerca del discurso de Marx, pero es preciso leer a Marx para percatarse de que los sucesos que tuvieron lugar en la Unión Soviética y en el Bloque Socialista llamado Socialismo Real no se encuentran como premisa teórica ni como consecuencia lógica en los textos que conforman el discurso de Carlos Marx .
1.    La revolución que Marx y Engels esperaban era un estallido que aparecería en un país avanzado, porque se requería el andamiaje técnico, productivo, científico y tecnológico de un capitalismo desarrollado. “…cuando el trabajo no sea solamente un medio de la vida, sino la primera necesidad vital; crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces …la sociedad podrá escribir en su bandera: De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades”. [4] La revolución bolchevique de Lenin ocurre en Rusia, que a principios de siglo se configura como un país semi-feudal, la industrialización en la Rusia socialista, después Unión Soviética, transcurre a marchas forzadas y a través de jornadas intensivas y extenuantes para la población trabajadora.
2.    La revolución que Marx y Engels promovían era una insubordinación de la clase obrera, como clase que tiene la misión histórica de llevar a cabo la destrucción del sistema capitalista. “De todas las clases que hoy se enfrentan a la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria…” [5] Esto tiene el sentido de que para Marx el proceso productivo se lleva a cabo por los trabajadores, que son los que tienen el conocimiento técnico básico de la producción, y por otro lado constituyen la clase que lleva en su propia cotidianeidad la contradicción de ser la clase creadora de la riqueza aunque no sea la consumidora de ella: la contradicción básica de esta sociedad es que los productores no consumen y los consumidores no producen; en tanto que  el ejército rojo de Lenin esta formado fundamentalmente de campesinos.
3.    La revolución proletaria tendría lugar de modo nacional inicialmente, y luego se extendería mundialmente, de ahí la frase “¡Proletarios de Todos los Países Uníos!” [6]

Algunos Prolegómenos al Discurso de Carlos Marx:
Marx y Engels sostienen en La Ideología Alemana, que las premisas de la historia son hombres produciendo en condiciones materiales de existencia: “La primera premisa de toda historia humana es, naturalmente, la existencia de individuos humanos vivientes, El primer estado de hecho comprobable es, por tanto, la organización corpórea de estos individuos y, como consecuencia de ello, su comportamiento hacia el resto de la naturaleza.” [7] Aquello que constituye la primigenia y elemental posibilidad de vida humana es un conjunto de seres humanos (tribus, clanes, sociedades) que llamaremos Sujeto Social, cuya cohesión se establece en una vida común, actualizada primitivamente como sobrevivencia y posteriormente como estilo de vida cotidiano.  Los miembros del sujeto social comparten el esfuerzo de sobrevivir en condiciones de escasez, de peligro ante una naturaleza hostil, una intemperie inhóspita, un medio animal salvaje, y sobre todo un conocimiento incipiente, un acervo cultural precario, una pedestre experiencia. Una de las ideas centrales del pensamiento marxista es que el hombre no nace en el mundo tal cual lo conocemos en la actualidad, es un animal que debido a su racionalidad evoluciona continuamente, transformando la naturaleza y transformándose a sí mismo, auto-transformándose. 
El Sujeto social se crea a sí mismo, se auto-construye como ser humano, a lo largo de la historia, a partir de su relación con el medio natural, pero sobretodo a partir de la interacción del hombre con el hombre, de su interrelación social. A diferencia de los animales, cuyo proceso de reproducción implica un proceso de transformación, de orden intuitivo y por tanto secular; el hombre establecerá una acción en la objetividad natural que se distinguirá por ser una actividad racional que se llamará trabajo. En efecto,  las abejas crean panales, las hormigas modifican la objetividad natural en forma de hormigueros, pero dado que la transformación está siendo guiada por el instinto entonces siempre será la misma, de modo semejante para la especie. Sin embargo  el sujeto social, dotado de una capacidad de reflexión, lleva a cabo una transformación previamente planificada. Es decir, actualiza un proyecto que con antelación a su actividad prefiguró mentalmente. Ello es lo que caracteriza un proceso de trabajo. La diferencia dice Marx entre un panal geométricamente perfecto y la barda más deforme de un inepto albañil se debe a que transformación en éste último fue previamente planeada.   “Mientras permanezca trabajando, además de esforzar los órganos que trabajan, el obrero ha de aportar esa voluntad consciente del fin al que llamamos atención.” [8] Esta idea del trabajo humano constituye una visión ontológica desarrollada por Carlos Marx siguiendo la concepción aristotélica de que el hombre es un ser teleológico (es decir que procede por fines). Para el genio de Estagira, el hombre elige un fin,  persigue un “telos” (en griego, “telos” significa fin), y trata de encontrar los medios para conseguir su objetivo. Según Carlos Marx éste proceso que es real en cada uno de los seres humanos, se convierte en un proceso de orden colectivo entre comunidades humanas.
De acuerdo con lo anterior, cada sociedad crea su propio modo de producción, es decir, el sujeto social establece, mediante un acuerdo colectivo, la manera de enfrentarse a la objetividad natural para transformarla. Dicho acuerdo se configura como un proyecto de reproducción social. Justamente porque el tiempo de estas sociedades están signadas por la escasez, determinan: el qué, el cómo y el cuánto producir, el qué, el cómo y el cuánto distribuir y finalmente el qué, el cómo y el cuánto consumir. Es decir, a través de un proyecto de reproducción social, se define la conciliación entre las capacidades productivas de la población con las necesidades de consumo de la misma.  Ello establece una práctica común, previamente elegida por la comunidad, que produce y reproduce su actuación de modo continuo y con ello genera no solamente un modo de producción, sino también una definición de ser social, “Lo que son coincide, por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo cómo producen”. [9] Desde la perspectiva fundante del ámbito económico, lo esencial es el modo en que estas comunidades se reproducen, el modo en que establecen su manera de producir y consumir, así como la forma de distribución adoptada. “Nos encontramos, pues, con el hecho de que determinados individuos, que, como productores, actúan de un determinado modo, contraen entre sí éstas relaciones sociales y políticas determinadas”. [10]   Nos encontramos con una población determinada existiendo (y reproduciendo su existencia) en determinadas condiciones materiales de orden natural, condiciones que tienen que ver con un entorno geográfico-climático,  de naturaleza generosa o avara, de escasez o prodigalidad. 
Cada comunidad (tribu o clan), como conglomerado social, como conjunto de individuos o como sujeto social. Toda vez que el sedentarismo implica el establecimiento del sujeto social en un cierto territorio a partir de ciertas circunstancias naturales que permiten su sobrevivencia y reproducción, la tierra como su “laboratorium natural”, diría Marx en los Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política de 1859, se convertirá en su tierra, en un contexto físico-natural que circunda y enfrenta en tanto objeto a la sociedad en tanto que sujeto.  Ésta correlación orgánica que constituye la básica interrelación dialéctica –contradictoria pero operativa- entre el sujeto y el objeto en términos generales, y en términos particulares entre un sujeto social determinado y una objetividad natural determinada, son no solamente las premisas de la historia, sino la contradicción más importante para la dialéctica, como método y como filosofía. Es decir, el sujeto social es también una objetividad natural porque  como todos los animales, es un organismo biológico; luego también es naturaleza, que comparte el destino de todo sistema vital de nacer, crecer reproducirse y morir, pero al mismo es diferente de la objetividad natural porque posee una racionalidad que lo distingue de todos los animales. La relación Sujeto-Objeto implica entonces una correlación, interacción orgánica de recíproco condicionamiento. El sujeto social es a un tiempo igual y diferente a la objetividad natural que constituye su contexto; ahora bien el sujeto social es capaz de transformar una realidad natural que aunque configurada como factualidad ante el sujeto es susceptible de modificación continua. Ahora bien, habida cuenta de que ésta objetividad natural es asumida por el sujeto social como entorno vital, éste forma un espacio en el cual desarrolla su actividad reproductiva, entonces el sujeto social aprenderá a transformarla de acuerdo a sus necesidades e intereses, en concordancia con sus fines. Previamente a su actuación práctica tendrá un programa de acción teórico. El hombre como ser genérico, planificará su actividad transformadora, ésta es la simiente del progreso, el sujeto tiene un modelo de actividad que orienta la realización de la misma, por lo tanto su actividad práctica siempre superará la anterior, porque ésta será premisa de un nuevo proyecto de acción a seguir.  La actividad  transformadora del sujeto no será la reiteración secular del mismo proceso interminablemente repetido en el reino animal cuya guía de acción es intuitiva: el momento de sorprender a la presa para devorarla, el acecho análogo del predador ante su víctima, el  capullo siempre semejante, etc.  El curso de lo natural va a ser permanentemente alterado por la actividad humana: todos los animales transforman a la naturaleza para su reproducción, pero sólo el hombre en tanto que animal racional es capaz de llevar a cabo una transformación proyectiva, y con ella su práctica diaria de producción y consumo, un trabajo cíclico que corresponderá a su ciclo vital reproductivo como práctica productiva-consuntiva  cotidiana. La historia de la humanidad y la historia de cada uno de los pueblos del mundo es la historia de esta forma diferente y específica  de enfrentar el medio ambiente, de luchar por la existencia, de unirse contra un clima inhóspito, de cohesionarse contra animales salvajes, de compartir el denodado afán de sobrevivir.
El hecho de que la acción transformadora del sujeto social en la objetividad natural se configura como trabajo tiene que ver también con el hecho de que el hombre es el único animal que emplea una mediación objetiva que forma su posibilidad, necesidad, facilidad, comodidad entre él mismo y la naturaleza: nos referimos a la fabricación de instrumentos. Siguiendo a Benjamín Franklin, Marx va a decir que el hombre es un “toolmaking animal”, un creador de herramientas. “El uso y la fabricación de medios de trabajo, aunque en germen se presenten ya en ciertas especies animales, caracteriza el proceso de trabajo específicamente humano”. [11] El instrumento como elemento funcional y elemento fundamental de la técnica, va a ser factor de perfeccionamiento continuo, y la impronta de la tecnología. Las diferentes épocas históricas tienen que ver con las competencias técnicas del ser humano en el manejo de los diferentes materiales que utilizó en la configuración de su mundo material.
Para Marx el hombre no es sólo un ente racional, la racionalidad sólo es parte de sus potencialidades, una de las más importantes es la acción, (también para Hegel la definición de sujeto tiene que ver con el concepto actividad) pero en Hegel la actividad se refiere a la acción de la inteligencia, a  la actividad del pensamiento. Para Marx tiene que ver directamente con la acción material, la acción artística, la acción social, la acción política, la acción científica, la acción investigativa etc. Cada una de ellas presupone un proyecto, un diseño teórico. La acción transformadora surge de la actividad del pensamiento, las ideas inspiran las acciones, las provocan, las generan, las encauzan, vehiculan y dirigen. Pero al mismo tiempo –y dialécticamente-, el pensamiento surge de su interacción con la objetividad material, es la actividad práctica la que despierta las ideas, la que acucia y aguza  el pensamiento, el que da lugar a los proyectos, los programas, la planeación de objetivos y elección de fines.
Ahora bien, el sujeto social constituye una comunidad, conformada por miembros que interactúan entre sí, que se relacionan y enlazan en todos los niveles de la vida social: en el plano económico en el político y en el cultural. Ésta correlación entre sujetos implica en principio un enlace para la actividad productiva que requirió el ejercicio del pensamiento y el fundamento de la comunicación. Si nos imaginamos el esfuerzo de la sobrevivencia como un concurso de fuerzas “concours de forces”, entonces tenemos que pensar en una comunidad fuertemente cohesionada. Se asume la existencia de una comunidad de intereses, con un proyecto común y con unos objetivos semejantes. Se sabe que el concepto de individuo surgió históricamente hasta la sociedad griega de los primeros filósofos de Atenas (Siglo VII-VI a.c.) Previamente no existía la idea de individuo, el ser humano se auto-concibe parte de la comunidad. El establecimiento de la diferencia constituye una nueva dialéctica entre el individuo y la sociedad, el primero es parte de la segunda, pero se diferencia de ella, en el momento en que se auto-conoce como distinto de la comunidad.
En la comunidad, los hombres transforman y su transformación entraña e implica un pensamiento, pero el pensamiento tuvo que ser compartido, recuérdese que el trabajo colectivo requería un proyecto común, que tuvo que ser transmitido, comprendido y aceptado por los colaboradores de la acción conjunta actualizadora del proyecto, por lo tanto el sujeto forjó un código comunicativo, ahora bien, tener un lenguaje significa tener un sistema de conceptos o ideas; por otro lado, pensar implica enlazar ideas: si consideramos que lo fundamental en ésta relación es la actividad comunicativa, entonces tendremos ya una nueva tríada dialéctica: el hombre en tanto constructor (homo faber) es al mismo tiempo un hombre que diseña modelos de acción (homo sapiens) y es también, al mismo tiempo un hombre que se comunica socialmente, es decir, un “homo loquens”. Éstas facultades se fueron desarrollando de modo histórico por parte del ser humano y también forman parte del progreso de la humanidad.
La existencia humana en Marx, -como en Aristóteles. Tiene que ver con la dirección de los fines. Marx, siguiendo a Aristóteles declara que el hombre es un ser “teleológico”, su “telos” es el elemento decisorio y vehiculante hacia la forma de vivir su vida, como metas a lograr.
Todo ello da lugar, de modo gradual, por lo tanto, a ciertos hábitos y costumbres heredados; por otro lado, éstas sociedades tienen en común ciertas características físicas de orden étnico, que los identifica en cuanto comunidad y los diferencia de otras entidades. Todo ello coincide en la conformación de una figura de socialidad, dentro de la cual tiene cabida la dimensión cultural: un código comunicativo, una forma de pensamiento, una manera de interpretar la realidad, es decir, una concepción del mundo. “Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc.” [12]
Marx afirma: el hombre transforma, luego existe, su pensamiento define su transformación, luego define su existencia. su existencia está garantizada por su proceso productivo pero la forma, la caracterización de tal acción, tiene que ver con su definición existencial.
Cada hombre elige su existencia, su praxis, su actividad cotidiana en cuanto trabajo. A partir de una jerarquización estatutaria, puede elegir –o no- dedicarse a una actividad u otra. Puede elegir quizás una profesión o un modus vivendi. Elige sus relaciones, sus amistades; al cumplir cierta edad puede elegir abandonar a su familia o estrechar lazos fraternales o parentales.
Lo importante es que la cotidianeidad de una sociedad se establece dentro de una objetividad natural que es continuamente modificada a través de una  actividad transformadora consciente, que persigue fines previamente seleccionados de acuerdo a su propia concepción del mundo:  “La historia de los seres humanos sigue un camino y no otro como resultado de una sucesión de actos de elección tomados en una serie de  situaciones concretas en las que la dimensión cultural parece gravitar de manera determinante.”[13]
Asimismo,  cada sociedad elige su figura de socialidad, su forma de ser social, de integrarse o fragmentarse, de producir, de distribuir y de consumir, su forma de pensar, de relacionarse, de seguir ciertos rituales y ciertas costumbres, de imponer ciertas reglas y obedecerlas o quebrantarlas, etc. Por eso Marx afirma que el hombre antes de ser un animal político, como afirma Aristóteles, es un animal social. De acuerdo con esta idea, el sujeto social crea su propia identidad de modo imperceptible, pero sistemático; la construye cotidianamente. El sujeto social elige colectivamente sus objetivos, selecciona comunitariamente los medios para conseguir sus fines, actualiza socialmente su proyecto, todo ello implica la realización de una actividad consciente, y por tanto significa el diseño de su propia identidad social, lo cual correlativamente también significa el ejercicio de su capacidad política, su posibilidad de auto-dotación de su forma social y por tanto la elección, en cuanto polis de un proyecto de reproducción social.



Bibliografía

Eric, Hobsbawm et Al. Historia del Marxismo., T. I., Ed. Bruguera, Barcelona, 1979.
Marx, Carlos, Crítica del Programa de Gotha, C. Marx, F. Engels., Obras Escogidas, T. III., Ed. Progreso de Moscú, 1973.
Marx, Carlos, El Capital,  T. I., Ed. FCE., México, 1987
Marx, Carlos., Engels, Federico., La Ideología Alemana.,  Ed. ECP., México, 1978.
Marx, Carlos y Engels, Federico, Manifiesto del Partido Comunista, en C.Marx y F. Engels, Obras Escogidas T.I., Ed. Progreso Moscú. 1973.


[1] “Aparte de lo dicho, creemos que ni hoy ni tampoco en el pasado hay un solo marxismo, sino muchos marxismos, inmersos, como se sabe, en ásperas polémicas internas en los que unos llegan a negarles a los otros el derechos de declararse tales.” Cfr. Eric, Hobsbawm et Al. Historia del Marxismo., T. I., Ed. Bruguera, Barcelona, 1979.  p. 13.
[2] Marx, Carlos, El Capital,  T. I., Ed. FCE., México, 1987. P. 424.
[3] Marx, Carlos y Engels, Federico, Manifiesto del Partido Comunista, en C.Marx y F. Engels, Obras Escogidas T.I., Ed. Progreso Moscú. 1973.
[4] Cfr. Marx, Carlos, Crítica del Programa de Gotha, C. Marx, F. Engels., Obras Escogidas, T. III., Ed. Progreso de Moscú, 1973. P. 15.
[5] Cfr. Marx, Carlos y Engels, Federico., Manifiesto del Partido Comunista, Op. Cit., p. 120.
[6] Manifiesto del Partido Comunista,  Op. Cit.,  p. 140.
[7] Marx, Carlos., Engels, Federico., La Ideología Alemana.,  Ed. ECP., México, 1978., p. 19.
[8] Marx, Carlos., El Capital, T. I., Ed. FCE. México, 1987., P. 130.
[9] La Ideología Alemana, Op. Cit., p. 19.
[10] Íbidem, p. 25.
[11] Cfr. El Capital., Op. Cit., p. 132.
[12] Íbidem.
[13] Echeverría, Bolívar., Definición de Cultura., Ed. Itaca, México, 2010. P. 21.

No hay comentarios: