jueves, 26 de noviembre de 2009

LEGALMENTE DISCRIMINADOS.


La experiencia traumática que significó la pérdida de la mitad del territorio nacional después de la guerra de rapiña que los Estados Unidos hicieron a México en 1847-1848, motivó al estado mexicano a promover la inmigración para poblar los extensos territorios al norte del país, evitando de esta forma nuevos intentos expansionistas de nuestros vecinos del norte.

Inicialmente se pensó en trabajadores europeos de raza blanca y católicos, con cuya participación se esperaba hacer de México una nación moderna, al estilo norteamericano, inglés o francés. Al “coloso del norte”, a Argentina y el Uruguay, los inmigrantes europeos llegaban por miles para hacer prósperas y productivas unas tierras menos fértiles que las nuestras; con todo a pesar de los esfuerzos de nuestro gobierno, casi nadie acudió al llamado. Para algunos, esos inmigrantes bien podían ser los chinos.

Años más tarde (1874), tendría lugar el viaje de la Comisión Astronómica Mexicana al Japón y China, con la finalidad de sondear la opinión que tenían los gobiernos de esos países sobre la posible concertación de relaciones diplomáticas con México. Uno de los más entusiastas promotores de esta idea era Matías Romero, el cual publicó en 1875 un artículo en la Revista Universal intitulado “Inmigración china”, en el que proponía fomentar la inmigración de trabajadores asiáticos: “dada la facilidad del trabajo del chino, en razón de su baratura y fácil aclimatación”.

El gobierno del presidente Porfirio Díaz promovió la llegada de los chinos como “motores de sangre” por su capacidad productiva; y para formalizar su traída, empezaron a promover contactos durante 1875-1876, con el representante del gobierno chino en Washington. En 1894 se iniciaría una nueva ofensiva diplomática con similar propósito ante Cheng Tsao Ju, embajador del imperio chino en los Estados Unidos, nuevamente sin ningún resultado concreto. No sería hasta 1899, cuando Manuel de Azpiroz, representante del gobierno mexicano y por China, Wu Ting Fang, firmarían el Tratado Sinomexicano, cuyo principal objetivo era importar trabajadores de China para poblar y desarrollar económicamente las costas del norte de México.

En el marco de este tratado, llamado de Amistad, Comercio y Navegación, compañías marítimas chino-británicas de Hong Kong comenzaron la transportación de braceros chinos a México en forma creciente durante el período comprendido entre 1899 y 1910. De igual forma, no es difícil pensar que nuestro país se perfilaba como una alternativa para los chinos residentes en los Estados Unidos, a partir de la prohibición impuesta por ese país a la entrada de estos trabajadores.

De 1902 a 1921, año en que vencía el acuerdo, se calcula que llegaron a México 40,000 inmigrantes chinos, de los cuales casi el 80 por ciento se asentó en los estados costeros del Pacífico norte, estableciéndose una intensa relación económica entre las comunidades chinas establecidas a ambos lados de la frontera. Sin embargo los problemas de estos inmigrantes en nuestro país se iniciarían con la Revolución Mexicana de 1910, siendo particularmente agresiva en contra de ellos, por coincidir la inestabilidad social de México con la que derrumbó el poder imperial de la última dinastía en China en 1911.

La campaña antichinos en México se desarrolló con toda impunidad, al no contar estos inmigrados a nuestro país, con la protección que les brindaba el tratado de Amistad firmado por el gobierno de Porfirio Díaz y la decadente Dinastía Ch’ing. Baste como ejemplo la siguiente historia:


Los gérmenes xenófobos del movimiento antichino estallaron a la par de la Revolución Mexicana de 1910, pudiendo atribuir su origen a esa suerte de “conciencia mestiza” que revaloraba lo nacional a partir del rechazo a lo extranjero, pero también por la convocatoria de vastos sectores de población bajo la consigna de “México para los mexicanos”. La colonia china se convirtió en el “chivo expiatorio” a la cual se le podía agredir y robar, sin que se produjeran mayores conflictos en la convivencia social y en que muchas veces campeó la impunidad.

Gordon W. Allport, describe los pensamientos que desde tiempos antiguos, permiten desplazar los sentimientos de culpa y desventura de las espaldas de un hombre a las de otro, en donde pensamiento animista confunde lo que es mental con lo que es físico:

    Actualmente tendemos a rotular este proceso mental con el nombre de proyección. Vemos en otras personas el miedo, la ira, la codicia que residen primariamente en nosotros mismos. No somos nosotros los responsables de nuestras desventuras, sino otras personas. En nuestro lenguaje cotidiano reconocemos este defecto con las frases “el que recibe las bofetadas”, “echarle la culpa al vecino” o al “chivo [expiatorio] emisario”.

MESTIZAJE

La Revolución dio un fresco estimulo al proceso de construcción de la nación, el caos de la guerra civil había destrozado al Estado y reducido a México a un mosaico de facciones guerreras, era urgente crear una nación viable y coherente, que fuera algo más que una expresión geográfica. La idea no era nueva, la reforma de mediados del siglo XIX ha sido vista como un ensayo en la “construcción de la nación liberal”.

Los comandantes mestizos revolucionarios como Álvaro Obregón descubrieron en el indígena mexicano una gran capacidad, tanto para la insurgencia como para su movilización de apoyo y decidieron emplearlo para su proyecto de “forjar una patria”, en la que los valores, mitos e historia de las antiguas culturas de nuestros indios serían la base del nacionalismo.

El nuevo culto al mestizaje indigenista se adecuó cómodamente dentro del pensamiento revolucionario, creando un racismo a la inversa, atribuyendo una innata superioridad a los antes “inferiores” indios o mestizos. Manuel Gamio invocó estruendosamente la elevación de los indios, cuyas actitudes para el progreso, eran iguales a las de los blancos; por su parte José Vasconcelos, destacaría la contribución europea en la formación de la nueva “raza cósmica” latinoamericana, en donde el hibridismo:

    ... tiende a producir mejores tipos, puesto que conjuga distintas razas que poseen diferentes cualidades. El mexicano mestizo es un nuevo producto biológico, el feliz resultado del modelo colonial superior de España, que propició el mestizaje.8

Para algunos indigenistas, el corolario necesario para la rehabilitación de los indios era la radical y “sistemática” condena de los españoles, los odiados gachupines, pero el más claro ejemplo de xenofobia, indudablemente racista, fue la sinofobia. Durante y después de la Revolución, la población china de México fue sujeta a sostenida persecución que condujo a su expulsión masiva en 1931. No hay duda que el sentimiento contra los chinos, permitido y a menudo estimulado por las autoridades, tenía raíces populares.

Los chinos fueron estigmatizados como sucios, portadores de enfermedades, de parásitos y sexualmente amenazadores. Propagaban enfermedades, juego y drogadicción. Frente a esta “inundación de chinos” los mexicanos patriotas tenían que “sanear al país de ese grave peligro”, el cual corrompe al organismo de nuestra raza”.9

Es necesario destacar que además del evidente prejuicio racial, soterrado en esta campaña xenofóbica se encontraba el llamado “racismo competitivo”, el cual en términos de su racionalidad socioeconómica, difiere del racismo que había afligido históricamente a los indios de México.

Los chinos que llegaron originalmente al país, se convirtieron muy pronto en exitosos tenderos, comerciantes y hombres de negocios, especialmente en el floreciente noroeste de México. Establecieron una provechosa alianza con las grandes compañías mineras de Estados Unidos, como la Cananea, a la que proveían de muchos servicios y, por lo consiguiente afectaban a los competidores mexicanos.

También comerciaban con los pobres de las ciudades, lo cual los hacía vulnerables a los ataques populistas y populares, en especial cuando los tiempos eran más difíciles. Su grupo “racial”, fácilmente reconocible, comprometía con su exitosa competencia económica, a la pequeña burguesía mexicana, integrada en muchos casos por los nuevos líderes revolucionarios de los años veinte del siglo pasado. De modo que el nacionalismo que buscaba “forjar una nación”, integrando a los indios, también trataba de limpiar la nación expulsando a los chinos. La sinofobia fue el corolarios lógico del indigenismo revolucionario.

Ansiosos de elevar a los indios y modernizar a México incluso promoviendo la inmigración, fueron inflexibles acerca de que los chinos permanecieran en nuestro país:

    Los asiáticos no son convenientes, ni para mejorar nuestra raza, ni para incrementar y desarrollar nuestros recursos. Ellos nunca se asimilan, siguen siendo asiáticos, y son en efecto sanguijuelas chupando el dinero de nuestro país; de ahí que los chinos ya radicados en México deben ser sujetos a la más severa regulación sanitaria y dirigidos a barrios fuera de las ciudades, en donde puedan vivir.

Con Plutarco Elías Calles, el nacionalista por excelencia en la presidencia, la campaña antichinos fue promovida, hasta que se produjo su expulsión masiva en aras de la preservación del nuevo tipo racial que nos representaría, el mestizo mexicano.

DISCRIMINACIÓN

Una vez perfilado nuestro nacionalismo, las autoridades se ocuparon de los “otros”, los nacidos en otra patria, y sobre los “extranjeros”, al igual que en todas las sociedades modernas, se dirigieron juicios de valoración, duras leyes de extranjería y también en algunos casos, prácticas discriminatorias.

Ningún lugar del mundo está libre de desprecio a determinados grupos. Encadenados a nuestras respectivas culturas, somos, como se describe Charles Lamb: “Yo por mi parte, ligado como estoy a la tierra, confieso sentir las diferencias humanas, nacionales e individuales. En palabras llanas, soy un manojo de prejuicios (hecho de preferencias y aversiones), verdadero esclavo de simpatías, apatías y antipatías”.

El prejuicio, definido como “pensar mal de otras personas sin motivo suficiente”, incluye sentimientos de desprecio o desagrado, miedo o aversión, así como varias formas de conducta hostil que van desde simplemente hablar mal en contra de ciertas personas o practicar algún tipo de discriminación contra ellas, llegando hasta un extremo de atacarlas con violencia.

No obstante que todos podemos tener prejuicios de tipo racial o étnico, no necesariamente todos discriminamos a aquellos que se apartan de nuestras costumbres. Algunos podemos hablar mal de otros y hasta podemos evitar tener contacto con ellos, practicando el llamado “prejuicio educado”, pero en muchos casos, a lo largo del siglo XX, se pasó a la forma activa del ataque físico, incluso pretendiendo organizar el exterminio total, como el ejemplo judío.


Algunos extranjeros pueden ser discriminados por motivos de raza, en donde se incluyen los vínculos hereditarios, como el color de la piel y la forma de los ojos; otros más por razones étnicas, que consideran los aspectos sociales y culturales. En el caso de los chinos en México, el prejuicio racial y étnico favoreció su discriminación al nivel de la agresión física e intento de eliminación total mediante su expulsión del país, en un principio por medio de su repatriación a China, pero a falta de presupuesto, obligándolos a cruzar “a punta de pistola”, la frontera hacia los Estados Unidos.

No obstante que sólo el uno por ciento de los genes determinan la herencia vinculante de un individuo a su raza, la apariencia física es determinante en la formación de nuestros prejuicios sobre el carácter, capacidad mental o cualidades morales de aquellos a quienes juzgamos. Los niños con apariencia física “extranjera” no serán tratados de modo exactamente igual a un nativo del país adoptivo.

La determinación de un “carácter nacional” implica que a pesar de que los miembros de una nación puedan albergar diferencias étnicas, raciales, religiosas o individuales, existen ciertas pautas fundamentales de creencias y conductas que los asemejan, permitiendo la discriminación de aquellos que notoriamente discrepan de su grupo o clase social. Como ejemplo, los subgrupos de mexicanos autodenominados criollos, mestizos o ladinos, pueden ejercer un trato discriminado hacia nuestros indígenas.

El prejuicio se presenta siempre como un acto de defensa de un grupo dominante frente al grupo dominado, o como justificación para su explotación, tal fue el caso del sur de los Estados Unidos en donde se convirtió en verdadero instrumento bélico de la lucha entablada en el mercado de trabajo, argumentándose que los africanos y asiáticos tenían determinados defectos de inteligencia o conducta moral. De igual forma, cuando los primeros chinos llegaron a la costa del Pacífico, los norteamericanos alimentaron un prejuicio según el cual los orientales eran hipócritas, traidores y sádicos.

Otro ejemplo del uso del racismo como arma de dominio, lo podemos identificar en el concepto de “razas sometidas” promovido por Inglaterra en el siglo XIX para justificar su expansión colonialista. Los ingleses llegaron a la conclusión de que:

    Los orientales y los árabes son crédulos. “faltos de energía e iniciativa”, muy propensos a la “adulación servil”, a la intriga, a los ardides y a la crueldad hacia los animales [...] son unos mentirosos empedernidos, unos “letárgicos y desconfiados” y son todo lo opuesto a la claridad, a la rectitud y a la nobleza de la raza anglo-sajona.

Esta visión hegemónica que soportaba la estructura dominante de los europeos sobre sus colonias, perpetuaba la visión diferenciada entre lo familiar (Europa, Occidente, “nosotros”) y lo extraño (Oriente, el Este, “ellos”), con la finalidad de tener una relación de privilegio, en donde la cultura occidental que era más fuerte, podía penetrar, abarcar, dar forma y significado a una raza nacida para ser sometida. Este mismo principio fue aplicado durante la esclavitud africana a partir del siglo XVII, antes de esta fecha, el mundo no conocía la discriminación racial, se sojuzgaba por cuestiones de territorio o por religión.

Otro dato importante es que el apogeo del pensamiento racista europeo (fechado aproximadamente entre 1850 y 1920), coincidió con la fase de la creación de los modernos estados liberales y con el desarrollo económico capitalista basado en las exportaciones.

DISCRIMINACIÓN LEGAL

El fracaso de crear categorías naturales coherentes por la vía científica para el tratamiento legal de las razas, no impidió la promulgación de leyes que vinieran a normar su relación socioestatal e institucional. La raza se convierte en categoría efectiva legal a fines del siglo XIX en los Estados Unidos (“Jim Craw laws”), en 1935 en la Alemania nazi (leyes de Nuremberg), en 1948 en África del Sur (leyes del apartheid). Estas leyes discriminatorias y segregativas, que cubren prácticamente todos los dominios de la vida (matrimonio, trabajo, hábitat, desplazamiento, instrucción, etc.), contiene en sus enunciados criterios señalados como raciales.

Los ejemplos anteriores confirmaron que eran las leyes, las que establecían las categorías necesarias en las relaciones sociales; lo jurídico en donde la antropología física no había encontrado diferencias naturales en la noción de raza. Sin embargo, al elevar a la categoría legal el carácter natural, se hizo estableciendo un rasgo coercitivo e imperativo entre dominantes y dominados, para limitar a estos últimos en ciertas prácticas, condiciones de vida y niveles de salario.

Giovanni Sartori19 menciona que el principio de generalidad de la ley radica en su inclusividad. Una ley que se aplica a algunos y no a otros es, en cambio, una ley particularista o seccional, una ley desigual en sentido de que discrimina entre individuos incluidos y excluidos o, mejor dicho, entre incluibles que resultan excluidos. El principio se aplica también al concepto de ciudadanía, la cual produce ciudadanos iguales –iguales en sus derechos y deberes ciudadanos– y que, viceversa, sin ciudadanos iguales no puede haber ciudadanía.

Con estos antecedentes veamos ahora el tratamiento legal dado a los extranjeros en México, para derivar de ello al tema objetivo de este trabajo sobre la prohibición a los chinos a casarse con mujeres mexicanas, a partir de la ley número 31, publicada en el Boletín Oficial del Gobierno Constitucional del Estado de Sonora, el sábado 22 de diciembre de 1923.

CHINOS LEGALMENTE DISCRIMINADOS

Pobre chino que en Sonora

no te puedes ya casar...

pobre chino que no puedes

conjugar el verbo amar.

Con la finalidad de regular la inmigración a México se promulgó la primera ley en la materia sancionada en las postrimerías del Porfiriato en diciembre de 1908, permitiendo la entrada de “todas las nacionalidades y todas las razas”, a excepción de aquellos que padecieran enfermedades, tuvieran algún defecto físico y quienes se dedicaran a actividades que pusieran en riesgo el cuerpo social.

Después del estallido de la Revolución Mexicana, la Constitución de 1917 sentó un precedente que limitaría las garantías que los extranjeros habían gozado hasta entonces, al colocar bajo el dominio nacional enormes fuentes de riqueza que estaban bajo control foráneo. Todo ello en el marco de una política que ensalzó el orgullo nacional y glorificó el mestizaje en que se reconocía el alma de México.

Años más tarde (1921), el presidente Obregón envió al Congreso una Ley de Migración que reemplazaría la de 1908, enfatizando que “si bien la hospitalidad era una virtud de los pueblos cultos, ésta debía limitarse a las exigencias de la salud pública y de la convivencia nacional”.21 Al amparo de facultades extraordinarias, en marzo de 1926 el presidente Plutarco Elías Calles, adiciona un apartado que abría la posibilidad de prohibir la entrada de inmigrantes cuando existiera escasez de trabajo en la República.

No obstante que nunca fue elaborada la ley reglamentaria a la ley del gobierno de Calles, por medio de acuerdos y circulares confidenciales se comenzaron a aplicar criterios que limitaban el ingreso de “razas que se ha llegado a probar científicamente producen una degeneración en los descendientes”.

Una revisión de la Ley de Migración publicada en el Diario Oficial el 30 de agosto de 1930, hizo explícito que “el movimiento migratorio quedaría sujeto a criterios de selectividad racial que apuntaba a una defensa del mestizo mexicano, sobre la base de excluir ‘razas’ que lo amenazaban con una involución biológica”. Andrés Landa y Piña, Jefe del Departamento de Migración, que se autodefinía como poseedor de un “amplio criterio, sentido común y fuerte conocimiento del ramo”, decía:

    ... los chinos, japoneses e indostanos [...] son universalmente conocidos por sus asquerosas y milenarias enfermedades [...] enfatizando que México requería establecer cuotas de ingreso a los extranjeros, cuotas como un arma defensiva, una barrera arancelaria para los hombres como las hay para las mercancías.24

En consecuencia, durante el primer semestre de 1931, se emitieron diversas circulares que reflejaron estos resolutivos. El 30 de abril se ordenó evitar la internación de razas o nacionalidades “prohibidas o restringidas por la ley”. El Plan Sexenal del presidente Lázaro Cárdenas en 1933, estableció que se fomentaría la inmigración de extranjeros fácilmente asimilables a nuestro medio, con preferencia “a los de cultura latina”.

Para los políticos sonorenses la cuestión racial era un asunto de “vida o muerte” para el porvenir de México como estado-nación moderna, llegando incluso a identificar al mestizo producto de “dos razas fisiológicamente débiles”, que habían arrastrado a la nacionalidad mexicana hacia su decadencia, sobre todo en el centro del país y como solución a tan crucial problema se recomendaba:

    ...la promoción de la inmigración de ‘razas fuertes’, en especial la ‘germánica o teutona’, por tratarse supuestamente de una ‘raza de exuberante vitalidad y de energías’, pero sobre todo porque era de ‘gran capacidad asimiladora’. Medida que debería complementarse con la repatriación de los yaquis y la prohibición de la inmigración china.25

Categóricamente señalaban que la unión de chinos con mujeres de “nuestras ínfimas clases” no prometía el tipo de raza que el porvenir y las aspiraciones de la nación demandaban. En cambio, aseguraban que estas uniones darían lugar a “un tipo de nueva raza más degenerada aún que nuestras castas indígenas abyectas (sic) por naturaleza”.

Las demandas de prohibición a la inmigración china y a los matrimonios mixtos fueron incorporados dentro de los programas políticos de agrupaciones como el Club Democrático Sonorense, del cual fue secretario el que sería más tarde presidente de la República, Plutarco Elías Calles.

Los diputados sonorenses identificados con la causa antichina aprobaron en diciembre de 1923 dos leyes propuestas por el representante Alejandro Villaseñor. La primera estipulaba el establecimiento de “barrios chinos” y la otra la prohibición de matrimonios entre mujeres mexicanas y hombres chinos. Villaseñor justificó la segregación de la población china argumentando la necesidad de proteger a la población de enfermedades como el beri-beri, tracoma, lepra, viruela y peste bubónica asiática.

Para principios del mes de marzo de 1924, doce municipios establecieron y delimitaron los terrenos que deberían ocupar los llamados “barrios chinos”, en la mayoría de los casos se trataba de parajes alejados de los centros comerciales de la población y desprovistos de servicios públicos elementales y de toda posibilidad de subsistencia económica.

La implementación de esta legislación a los chinos, sin importar que fueran ciudadanos mexicanos por naturalización, fue dificultada en primer lugar por la resistencia individual y colectiva de la propia comunidad china, que a través de sus organizaciones gremiales, asociaciones de ayuda mutua y partidos políticos, condujo ante los tribunales una bastante exitosa guerrilla jurídica, incluyendo un memorial público dirigido por una veintena de valerosas mujeres de Cananea al congreso estatal, argumentando que la denominada “ley de matrimonios” o “ley salvadora”, “coactaba las libertades a que tenemos derecho”.

El obstáculo más importante lo estableció la propia presidencia de la República. Presionado por la falta de reconocimiento diplomático de los Estados Unidos, Obregón debió tolerar los reclamos de su Departamento de Estado que durante la década de los años veinte ejerció la representación de los intereses del gobierno chino. Además de la delicada situación política y social del país, Obregón no estuvo en condiciones de enfrentarse a su Secretaría de Relaciones Exteriores y al Poder Judicial, los cuales, sobre la base de argumentos legales y constitucionales, se oponían categóricamente a la legislación antichina sonorense.

Finalmente, apremiado por el ejecutivo federal en marzo de 1924, el gobernador de Sonora, Alejo Bay, se vio obligado a notificar a los presidentes municipales se abstuvieran de dictar disposiciones en contra de los chinos y demandó a la Legislatura la derogación de las leyes 29 y 31, declaradas inconstitucionales por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Aunque el congreso sonorense nunca llegó a revertirlas, las leyes en cuestión tampoco fueron plenamente implementadas, según opinión de el periódico “El Intruso”: “debido a la intromisión de un ‘poder superior’ [...] extraño al estado”.

No obstante esta batalla legal, para fines de 1931 la mayoría de los miembros de la comunidad china, en la que se incluían a aquellos individuos naturalizados mexicanos, sus hijos nacidos en Sonora y sus esposas nacionales, habían abandonado el estado. Algunos regresaron a China, otros se relocalizaron en comunidades chinas de California y Perú y alguno se trasladaron a ciudades en otros estados, sobre todo en Ensenada y Mexicali en la Baja California, Guadalajara y la Ciudad de México.

Unas treinta peticiones de amparo en contra de la Ley 31 fueron sometidas ante la Corte federal en 1931, buscando la protección del poder judicial para resistir la discriminación que el estado de Sonora alentaba por medio de la ley contra los chinos. Todas las peticiones, con ligeras variaciones alegaron violaciones a varios artículos de la Constitución de 1917: el artículo 1 que garantiza derechos constitucionales a todo individuo, el artículo 14 que prohíbe la deprivación de “la vida, de la libertad o de propiedades, posesiones o derechos sin proceso judicial establecido; el artículo 16 que garantiza derechos a persona, familia, domicilio, papeles y posesiones; el artículo 21 que reconoce el derecho a proceso judicial y el artículo 30 (II) (b), que permite que un extranjero se naturalice mexicano.

La opinión de los jueces fue dividida, lo cual mostraba cuan irregulares eran los criterios en la aplicación de la ley. Algunos hicieron notar que ni la mancebía, ni el concubinato eran crimen, siempre que las relaciones fueran discretas y no incitaban el escándalo público. Si la mancebía y el concubinato eran crimen, tendrían que serlo para todos y no solamente para los chinos y las mujeres mexicanas. Otros negaron el amparo aduciendo que la regulación del matrimonio pertenecía a los estados y no al gobierno federal, entonces Sonora podía prohibirlo, si lo viera necesario.

Los chinos naturalizados no eran suficientemente mexicanos, de ley o de hecho, para escapar de la imposición de la Ley 31 en el estado de Sonora, contraviniendo la Ley federal de extranjería y naturalización, que proveía a los mexicanos por naturalización de todos los derechos y deberes que gozaban los mexicanos por nacimiento.

La lucha legal de los inmigrantes chinos y sus esposas e hijos mexicanos, fueron una contribución a la formulación democrática de la relación entre el estado y sus habitantes, para la consolidación de los derechos ciudadanos de que disfrutamos actualmente los ciudadanos mexicanos.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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    Bastide, Roger, El prójimo y el extraño, Buenos Aires, Ed. Amorrortu, 1973.

    Cardiel, Rosario, “Esbozo de la migración china a México” en Asiáticos en la Ciudad de México”, México, Gobierno del Distrito Federal, 1999.

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    Guillaumin, Colette, “Raza y naturaleza. Sistema de las marcas. Idea de grupo natural y relaciones sociales” en Elizabeth Cunin (Ed.), Textos en diáspora. Una antología sobre afrodescendientes en América, México, UNAM, CEMCA, IFEP, IRD, 2008.

    Knight, Alan, “Racism, Revolution and indigenismo: México, 1910-1940” en Graham Richard (Ed.). The idea of race in Latin America, 1870-1940, University of Texas Press, Institute of Latin America Studies, Austin, Texas, 1990 (Versión en español).

    López, Rafael, “Pobre chino” en El pan nuestro de cada día..., México, Talleres Tipográficos Herrero Hermanos Sucs., 1920.

    Puig Llano, Juan Mauricio, Entre el Río Perla y el Nazas, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1992.

    Rénique, Gerardo, “Región, raza y nación en el Antichinismo sonorense en Cultura regional y mestizaje en México posrevolucionario, A. Grageda (Coord.), México, UNISON & Plaza y Valdes Editores, 2003.

    Said, Edward W., Orientalismo, Madrid, Ed. Libertarias, 1990.

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    Yankelevich, Pablo, y Paola Chenillo Alazraki, “La arquitectura de la política de inmigración en México” en Nación y Extranjería en México, Pablo Yankelevich (Coord.), México, INAH-UNAM, 2009.

    Valdés Lakowsky, Vera, Vinculaciones Sino-mexicanas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1981.


José Luis Chong Galindo.

viernes, 23 de octubre de 2009

Bebidas alcohólicas durante el virreinato.


Hace algunos días apareció en un periódico de circulación nacional, una nota informando que México ocupa el segundo lugar de alcoholismo a nivel mundial. La alarmante noticia por desgracia, no es algo nuevo, el disfrute de bebidas embriagantes data de tiempos prehispánicos, siendo durante la  época  novohispana cuando su uso se generalizó, dice el antiguo refrán: "genio y figura hasta la sepultura" máxima a la que no escapamos los mexicanos.

Una pista que nos da luz sobre la situación, nos la ofrece José Beristáin de Souza en su Biblioteca Hispanoamericana Septentrional obra que además de información bibliográfica, trata asuntos de lo más variados e interesantes, por ejemplo menciona el "Breve compendio del juicio criminal y fácil método de substanciar las causas..." Manuscrito de 487 páginas escrito por D. José Manuel de Garay en 1787. Que trata sobre la forma de enjuiciar y la distribución de la judicatura, asuntos que ahora no vienen al caso, sin embargo incluye una nomenclatura de las bebidas cuyo abuso estaba sometido al juzgado privativo.

1.- Aguardiente de San Luis de la Paz de uva
2.- Id. de frutas v.gr. durazno, pera, etc.
3.- Id. de uva silvestre, fermentado con la raíz llamada "Xixique".
4.- Vinqui. Bebida fermentada. evtr. de la cabeza del maguey asada y fermentada en una vasija que haya tenido pulque.
5.- Bingarrate. Aguardiente destilado del vinqui.
6.- Cerveza. Compuesto de cáscaras de piña , clavo, pimienta, cominos, culantro y azúcar, fermentado en un barrila que haya tenido aguardiente.
7.- Charangua. Bebida fermentada de pulque viejo, dulce, chile colorado y hojas de maíz tostadas fermentadas al calor de un fuego suave.
8.- Charape. Bebida fermentada de pulque, panocha blanca, canela, clavo y un poco de maíz infundido dentro de un lienzo. Se fermenta por medio día.
9.-Chilocle. Bebida fermentada de pulque con chile ancho, epazote, ajo y sal.
10.- Chiquito. Bebida fermentada de tuna cardona.
11.- Chamuco. Bebida de ciruela y otra fruta fermentada con agua y panocha.
12.- Chapalotle. Bebida de semilla de pirúl madura, con pulque tlachique fermentado por uno o dos días.
13.- Coyote. Bebida de pulque ordinario, miel prieta y palo de timbre.
14.- Excomunión. El mezcal que se prohibió con esta censura eclesiástica,por el señor Elizacochea Obispo de Michoacán.
15.- Guarapo. Bebida fermentada compuesta por el jugo de la caña de azúcar o de maíz con pulque, miel, una memela caliente de maíz. Se fermenta por cuatro días.
16.- Mantequilla. Bebida de pulque con aguardiente y azúcar.
17.- Mezcal. Aguardiente destilado de la cabeza de cierta cabeza de maguey que no produce pulque, asada y fermentada. A esa especie de maguey llaman en la Mixteca Yahuitziuqui . Suele agregársele pulque y timbre y se fermenta en cueros.
18.- Mezcaloca. El mismo que el anterior de la segunda destilación.
19.- Mezcal de pulque. Destilado del pulque tlachique con miel de piloncillo.
20.-Mezcal resacado de cola. El mismo que el anterior destilado hasta reducirlo a la cuarta parte.
21.- Nochocle. Bebida fermentada de tuna, pulque fuerte y agua.
22.- Obo. Bebida de esta fruta, que es una especie de ciruela silvestre.
23.- Bebida de pulque blanco con agua y miel prieta hervido con pimienta, anís, chile ancho; fermentado en un día.
24.- Ostoche. Id. de jugo de caña de maíz con pulque y panocha y palo de timbre.
25.- Peyote. Id. de una especie de viznaga que se cría en terreno seco y estéril fermentada. Para darlemás fortaleza se le echan unas hojas de tabaco y rebanadas de peyote. La usan particularmente los indios medio gentiles en sus bailes idolátricos.
26.- Polla ronca. Id. de pulque blanco con zarzamora, capulín, pimienta y dulce.
27.- Ponche de pulque. Mixtura de pulque con agua de limón y nuez moscada.
28.- Pulque de Coyol. El jugo de la palma llamada coyol.
29.- Pulque de obos. Composición de pulque mezclado con el obo, endulzado y colado.
30.- Cuachan. Mixtura del pulque de tlachique con la frutilla del pirú[l], fermentado por cuatro o seis días.
31.- Quebranta huesos. Bebida fermentada del jugo de la caña del maíz con la simiente de aquel nombre, tostada y la del pirú[l] fermentada por tres días.
32.- Revoltijo. Bebida del jugo de la tuna y la cascara del timbre , o la raíz llamada del pulque. Después de fermentada se le agrega mezcal.
33.- Resoli. Aguardiente destilado de arroz, garbanzo tostado,cebada, canela y pulque de sidra.
34.- Sendecho. Bebida extraída del maíz amarillo germinado y fermentado durante una noche. Después de pone a hervir durante el día con pilncillo.
35.- Sidra. Bebida fermentada de manzanas o peras durante tres días.
36.- Sisique. Aguardiente destilado del pulque.
37.- Tecuin. Bebida fermentada de maíz negro tostado y piloncillo, fermentada por dos días.
38.- Tecolio. Pulque mezclado con gusanos de maguey, tostados y reducidos a polvo.
39.- Tejuino. Bebida fermentada de tuna con cáscara de timbre
40.- Timbirichi. Bebida de la fruta de este nombre.
41.- Vino de la caña de maíz. bebida del jugo de ésta, endulzado con piloncillo.
42.-Vino de mezquite. Aguardiente destilado de la fruta de este nombre, endulzado con piloncillo.
43.- Vino de palma. Bebida fermentada extraída de los dátiles asados en barbacoa.
44.- Vino resacado. Aguardiente destilado del tronco del maguey , asado como para mezcal, fermentado en pulque.
45.- Vino de salvado. Id. destilado de esta substancia, endulzada y fermentada.
46.- Vino tepeme. Bebida fermentada extraída de las pencas de un maguey angosto y silvestre, hervida con palo de timbre de mezquite. Bebida de indios.
47.- Vino de tuna. Aguardiente destilado de la tuna, mezclado con arrope de la misma.
48.- Yagardica o Ponche de sidra. Bebida compuesta de agua endulzada, con limón o naranja.
49.- Zambundia. Bebida fermentada de cebada, endulzada con miel de furos o panocha.
50.- Iliztli. Bebida fermentada del zumo de la caña , en vasijas de barro, mezcladas de algunas yerbas irritantes.
51.- Tepache. Bebida compuesta de pulque blanco mezclado con miel de panocha, hervida con anís.
52.- Tepache de ciruelas. Bebida extraída de esta fruta seca, infundida en agua hasta que se desbarata. Dilata la operación tres o cuatro días.
53.- Tepache común. Bebida formada de los sedimentos que diariamente deja el pulque, desleídos en agua con miel prieta, pimienta y una hoja de maíz.
54.- Chinguirito. Aguardiente destilado de la miel de caña de azúcar.
55.- Pulque.
Los gustos de las naciones cambian muy lentamente, muchas de las recetas para preparar algunas de las bebidas virreinales, se encuentran en recetarios del siglo XIX y principios del XX, resulta relativamente fácil consultar la manera de prepararlas y disfrutar de nueva cuenta lo que con  tanto  gusto  bebían nuestros antepasados.

Bibliografía.
Beristáin de Souza, José Mariano. Biblioteca Hispano Americana Septentrional. México. Ediciónes Fuente Cultural. 1947.


Marco Fabrizio Ramírez Padilla.


miércoles, 21 de octubre de 2009

XIHUINGO.

A finales de los años setenta del siglo XX se popularizó un librito denominado Viajes de un día desde la ciudad de México, el éxito de la publicación se debió en gran parte, a que entre los lugares recomendados existían muchos que eran escasamente frecuentados, entre estos el menos conocido, era sin duda, el sitio arqueológico de Xihuingo situado en las inmediaciones del pueblo de Tepeapulco estado de Hidalgo

"A dos kilómetros y un cuarto de terracería se encuentran una serie de pirámides descubiertas en 1960 . Son de tipo teotihuacano en miniatura. Mucho del acabado está intacto. Se encuentra uno rodeado por montículos aún cubiertos, en el área cercana un grupo de pirámides en las lomas, accesibles solamente a caballo. En un solo día he visto en Teotihuacan, cientos de turistas escalar las ruinas; aquí los pastores que encontré me dijeron que yo era el primer visitante en el año".







La gran importancia de Xihuingo ha quedado manifiesta por la similitud que  muestra en la distribución y arquitectura con Teotihuacan, pero sobre todo por la gran cantidad de marcadores y petroglifos que permiten suponer que el sitio funcionó como observatorio astronómico. El Dr. en antropología Matthiew Wallrat ha localizado y estudiado 46 marcadores de diversas formas y posiciones en los alrededores de la zona, sobrevivientes de la destrucción, cuando se utilizó el lugar como cantera.














Han transcurrido casi cuatro décadas de la publicación de la primeras noticias de Xihuingo y las cosas no han cambiado mucho. El domingo que acudí a la zona era el único visitante, hay varios montículos sin restaurar , del camino de terracería de dos kilometros y un cuarto, se han pavimentado unos 100 metros, por eso la visita al lugar produce una sensación de cercanía difícil de lograr en otras sitios.
La visita a Xihuingo se convierte en una buena opción que se encuentra a menos 90 minutos del D.F.

Bibliografía.

Robins, Rudi. Viajes de un día desde la ciudad de México. México. Editur 1985. (Doceava edición)
Wallrat, Matthieu. Xihuingo Hidalgo. en Arqueología Mexicana Enero-febrero 2001, Vol VIII Núm. 47

Marco Fabrizio Ramírez Padilla.





















martes, 29 de septiembre de 2009

La Revolución Mexicana. Otras voces, otros escenarios.


Tenemos el gusto de presentar, la más reciente publicación editada por la Asociación Civil de Historiadores Mexicanos Palabra de Clío, con motivo de las celebración del centenario de la Revolución Mexicana. Se han reunido algunos escritos que abarcan diferentes temáticas relacionadas con el movimiento armado, ofreciendo al lector una selección que estamos seguros será de su interés.

El libro incluye los siguientes trabajos:

Introducción. Porque a la Bola le entraron todos.
Rafael Luna Rosales.

El Partido Liberal Mexicano aportó la ideología
Lucia A. Ramírez Pérez.

Los artistas no voltearon hacia otro lado.
Claudia Marcela Rodríguez Pérez.

De cómo los libros contaron la historia.
Marco Fabrizio Ramírez Padilla.

El Ateneo contra los " Cientisicos"
Claudia Espino Becerril.

En las haciendas de Tlaxcala los balazos se dejaron oir.
María Concepción Delgado Sandoval.

En Atlihuayán hasta muertos hubo.
Olivia Domínguez Prieto

Las familias ya no fueron como antes.
María Eugenia Herrero Cuevas

En Agua Prieta los mancos aplaudieron.
Juan Francisco Calderón.

Lo que nos faltaba una huelga general.
Sabino González Martínez


(Donativo: Versión impresa $150.00. Versión digital (PDF): $100.00)

viernes, 11 de septiembre de 2009

La independencia de México: las otras historias.


Índice


Introducción: Repensar la Independencia de México. Itzel Magaña Ocaña
Un asunto que exacerbó los ánimos. Sabino González
La plebe arriesgó el pellejo. Ricardo B. Quiroz Z. y Roberto Quiroz
Y en la bola también iban mujeres. María Elena Valadez
Y hubo algunas con pantalones. Claudia Espino
La prensa también jugó. María Amanda Cruz
Y la Guadalupana bajó del altar. María Guadalupe Castro
Los músicos no podían tocar afuera. Viridiana Olmos
Los masones cambiaron los mandiles por los rifles. Rafael Luna
Pero Morelos también fue cura. Raymundo Casanova
Y 100 años después un ángel llegó hasta arriba. Claudia Rodríguez Pérez
Porque nada de esto es inventado: Bibliografía

lunes, 7 de septiembre de 2009

5 Conceptos básicos para estudiantes e interesados en el tema de la cultura maya.

Por: Juan Carlos De La Peña Hernández

Historia SUA
UNAM
Facultad de Filosofía y Letras

Para tener un acercamiento al estudio de la antigua cultura maya debemos entender ciertos conceptos básicos relacionados a la forma de representar el tiempo, el espacio, la economía y la política. Los períodos de la historia maya se clasifican en tres grandes bloques temporales:

1

Período Preclásico:
Abarca desde el año 2000 a.C. hasta el 250 d.C. A su vez este período se subdivide en tres períodos: el temprano (2000 – 1000 a.C.), medio (1000 – 400 a.C.) y tardío (400 a.C. – 250 d.C.). En el período clásico se da la formación de las primeras sociedades complejas. A partir del año 500 a. C. Los mayas establecen las primeras ciudades. Nakbé, se cuenta entre las primeras, posteriormente reemplazada por El Mirador, la cuál es la mayor concentración arquitectónica que haya construido los mayas. Se da la influencia de la proto – cultura madre de los olmecas y en base a este intercambio entre los pueblos se da el surgimiento de los epiolmecas y mayas.

b) Período Clásico
Desde el año 250 hasta el 909 d.C. Fue en este período donde los mayas alcanzaron su mayor florecimiento en todas las áreas de su cultura. Se da también la influencia de la gran ciudad de Teotihuacan. Estilo arquitectónico talud – tablero. Se da una división del Clásico en Tardío y Temprano. La división de estos se da con la caída de Teotihuacan. En el período tardío los mayas alcanzaron su mayor expansión demográfica y su sociedad se volvió muy compleja. Máximo desarrollo cultural. Lastimosamente esta etapa fue breve y a partir del siglo IX se da una crisis paulatina de las ciudades.

Período Posclásico:
Abarca desde el 909 d.C. hasta la caída de los mayas por la llegada de los españoles en 1697, cuando cae el último bastión de los mayas en las selvas del área central. Se da un declive en la época tardía en Chichen Itzá y su reemplazo como ciudad hegemónica por Mazapán. Al igual que el período clásico, se subdivide en Temprano y Tardío. (909 – 1200 para el primer caso y de 1200 hasta la intrusión para el segundo).
Espacio.
El área geográfica que abarcaron los mayas de la antigüedad se divide en tres zonas principales:
El área Sur que cubre la zona montañosa de lo que actualmente es Chiapas y partes de Guatemala así como la costa sur, el área Central en donde hay tierras bajas y selvas tropicales húmedas y la parte Norte, la cuál está formada por selvas del bosque tropical seco, abunda en esta zona los arbustos achaparrados.
Escritura.
Pasando al tema de la escritura maya, podemos mencionar que es de tipo jeroglífica. En la escritura maya existe una preocupación por plasmar los detalles históricos y sociales de las élites gobernantes. Existe una necesidad de crear registros permanentes para la posterior identificación de los gobernantes, sus hazañas, victorias y hechos importantes. Fue desarrollado en el preclásico tardío por as comunidades de habla ch´olana. El descubrimiento de las bases fonéticas se dá por el ruso Yuri Knosorov. Es un sistema que utiliza logo gramas para las palabras completas. El sistema no utilizó más de 500 signos de los cuales se han descifrado aproximadamente 300. Siguen muchas interrogantes por responder al respecto y cada día se dan avances notables con la tecnología reciente. Los escritos se desarrollan a partir de la tradición plástica y la de los escribanos (los cuáles ocupaban un lugar privilegiado en la sociedad de aquella época).


2
Tiempo.
La periodización temporal, entre los mayas de la antigüedad es uno de los logros más grandes de las civilizaciones de la antigüedad prehispánica. La Cuenta Larga era el registro temporal que se utilizaba para abarcar grandes períodos de tiempo en los estadíos mayas. Este sistema era más avanzado que el que se utilizaba diariamente llamado Tzollk´in, que era el equivalente al calendario actual. La Cuenta Larga fue desarrollada durante el período Clásico, siendo la unidad más alta el Bak´tun, de casi 400, seguido por el K´atun (de 20 años), el Tun de 360 días, Uinal de 20 días y el K´in (días individuales). Este sistema es una escala descendente de valores, separados por períodos que empiezan con el Bak´tun. Las estelas mayas eran edificadas para conmemorar acontecimientos de importancia de la Cuenta Larga.


3



Sobre las dinastías y la realeza maya:
Los mayas formaban dinastías que se sucedían por líneas patriarcales, muy similares a las de otras zonas del mundo, y a pesar de los alardes de algunos medios por hablar de la “Reina Roja” y sobrevalorar su importancia, estas ocasiones de ascensión al poder del sexo femenino fueron una medida emergente para mantener la continuidad puesta en peligro. Los primogénitos tenían el derecho al trono sobre sus hermanos. Ya teniendo un punto a su favor con la herencia dinástica tenían que ser puestos a prueba: en el arte de la guerra, por lo general se llevaba a cabo una contienda para la toma de prisioneros, los cuáles eran después inscritos bajo la figura de “amo/guardián de….. (se citaba el nombre de los prisioneros). Los miembros de la familia gobernante hacían uso de bebidas y enervantes para la entrada a los mundos espirituales, el auto sacrificio y la mutilación genital, así como las perforaciones bucales, se practicaban con fines espirituales. Los reyes albergaban su corte en los palacios ubicados en el centro de sus ciudades; una de las responsabilidades más serias del Rey era el dirigir su ejército a la guerra y a la victoria, en estas batallas el propio rey era inmiscuido en la batalla cuerpo a cuerpo y la peor desgracia de un rey era ser tomado cautivo por su enemigo.1
Durante este período se da una renovada forma de gobernan diferente a a del Preclásico, se enfatiza la individualidad y la relación realeza – cosmos tomo otros caminos. Ahora los templos pirámide se convierten en santuarios mortuorios para venerar a los reyes del pasado. A autoridad se deposita en el “ajaw” ó Señor Divino. El título de Kaloomtee´ se reserva para las dinastías más poderosas de la zona. El sistema dinástico se extendió en forma lenta desde el Petén (área central). Cada reino – ciudad defendía tenazmente sus tradiciones sobre las de los demás reinos e inclusive tenían una épica distinta de cada una. Para algunos, los mayas estaban divididos en unas pocas entidades que dominaban grandes extensiones territoriales; para otros, formaban una gran cantidad de pequeños estados que mantenían relaciones pacíficas ó conflictivas entre sí, del mismo modo su organización política esta dividida en cuestiones de opinión: para algunos tenían una fuerte estructura centralizada y para otros era descentralizada y débil. La opinión de la investigación de los autores referidos , muestra una serie de supra – reinados en los cuáles habían estados vasallos de otros más poderosos y también se daban las relaciones entre estados por medio de vasallaje familiar. Algunas de estas dinastías sometidas veían en el sometimiento una protección y las redes de influencia se aplicaban por medio de “tratos” entre las dinastías locales que servían como protectoras de las más poderosas, casi siempre portemos a la agresión militar.


1. El Castillo de Tulum. Es la construcción más grande de Tulum, aposento de la realeza en su período de esplendor (1200 - 1500), su estilo arquitectónico ya está influenciado por la cultura tolteca, se presenta indicios de talud - tablero en esta y en las demás edificaciones importantes de la pequeña ciudad amurallada costera. Su estilo es el de la Costa Oriental, y se caracteriza por una disminución de las magnitudes en las construcciones y un diseño sencillo que se relaciona con la crisis en la cuál se sumieron los mayas de la antigüedad, después de la caída de las grandes ciudades estado del clásico.

2. Nohoch Mul (La Casa Grande), Situado en la gran ciudad de Cobá, a unos 80 kilómetros de Chichen Itzá. Es la construcción más alta del mundo maya, alcanza los 48 metros de altura. Construido en el período clásico, simbolizó el poderío militar y religioso de una de las ciudades que tuvo una de las ocupaciónes más largas en la historia maya ( desde el siglo V hasta el postclásico tardío, aproximadamente el siglo XIV). Su estilo arquitectónico pertenece al Peten Norte, esta ciudad tuvo influencias culturales de Tikal, Kohunlich y el Peten centroamericano en general.

3. Castillo de "El Meco". La ocupación de esta pequeña ciudad localizada en Punta Sam, Cancun, inició a partir del período clásico ( 600 d.C. ). El Castillo fue construido a fines del período clásico, en algún momento entre el siglo VII y el XI. Ejemplo de una construcción que se inició entre el período clásico y posclásico.

Fotografías del autor.

Fuente Seleccionada:
Martin, Simon y Nicolai Grube, Crónica de Reyes y Reinas Mayas, México, 2002, Editorial Planeta, pp. 130 - 182.

viernes, 4 de septiembre de 2009

BREVES CONSIDERACIONES BÁSICAS SOBRE LA HISTORIA.



              “Tenemos necesidad de la historia para vivir y obrar, y no para desviarnos cómodamente de la acción, o acaso para adornar una vida egoísta y una conducta cobarde y perversa. Queremos servir a la historia solamente en cuanto ella sirve a la vida”.

              Friedrich Nietzsche: De la utilidad y los inconvenientes de los estudios históricos para la vida.

Cuando recuerdo mis clases de historia de educación básica, no puedo dejar de evocar la imagen de un venerable anciano tocando la campana de su pueblo al grito de ¡Muerte a los gachupines!¡Viva la Independencia!¡Viva México!, o la de un niño militar lanzándose al abismo con una bandera mexicana enrollada en su cuerpo; y aquella del águila devorando a la serpiente posada sobre un nopal y claro, no puede faltar la del indio pastor que terminó por convertirse en el «mejor» presidente que haya tenido el pueblo mexicano. Claro, jovencísimo como era yo, no podía de dejar de sentirme orgulloso por mi país, agradeciendo a mis profesores por las enseñanzas que me brindaba.

Ahora que me he convertido en un estudioso de la historia, me veo obligado a reflexionar sobre los motivos por los cuales un niño se ve forzado a aprender todos esos relatos de bronce y cómo se ha construido ese discurso.

Precisamente queriendo dialogar con mis colegas historiadores y alumnos sobre el arte de Clío, quisiera comenzar con una pregunta bastante popular, pero que por ello mismo no podemos evitarla: ¿qué es la historia?

El primer problema al que se enfrentará el individuo que decida internarse en los estudios de la historia es, precisamente, definir el carácter de ésta. Sin duda, comenzará percatándose de que la palabra historia en sí misma presenta complicaciones, pues con ella podemos referirnos tanto a los hechos del pasado, como a una narración o a la disciplina encargada de estudiarlos. Es decir, la ambigüedad del término historia nos permite entenderla como a) la realidad histórica, b) la indagación o averiguación de los hechos históricos y c) la narración de esos hechos.

La historia entendida como realidad histórica se refiere al conjunto de hechos pasados, presentes y futuros, o dicho de otra manera, es la «realidad» en su transcurrir temporal.

La Grecia del siglo V a.C. dio a luz a uno de sus más prominentes hijos: Heródoto. Aquel heleno inauguró para occidente un saber basado en una investigación. Ese saber se convirtió en el fundamento de la disciplina que hoy conocemos como historia y cuya finalidad es realizar investigaciones en la realidad histórica. Al historiador le interesa principalmente conocer los hechos ocurridos en el pasado del hombre, por lo cual enfatiza en el estudio de ese pasado.

Llegados a este punto, podemos afirmar que la plurivalencia de la palabra “historia” es una virtud, pues sirve como indicador de la estrecha relación que existe entre sus tres significados, ya que sólo es posible conocer la realidad histórica por medio de una investigación y esta investigación solo puede ser expresada a través de un discurso escrito al que se ha denominado historiografía. Partiendo en sentido opuesto, podemos decir que la narración depende de la investigación y ésta no sería posible sino basándose en la realidad histórica.

Aquí resulta importante señalar que el conocimiento del pasado sólo puede darse a través del presente del historiador. Los medios de los que se sirve para efectuar tal tarea, sus fuentes, sólo contienen visiones fragmentarias del pasado que aportan datos a la investigación. Por esto, es que consideramos que la relación entre el historiador y las fuentes es “un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo sin fin entre el presente y el pasado”1.

Ante la imposibilidad de establecer un contacto directo con los hechos del pasado, el historiador debe servirse de los vestigios que quedan de aquel. Estos vestigios son sus fuentes. Ellas sirven como una ventana al pasado, por medio de la cual, el historiador puede echar un vistazo al paisaje del ayer. Sin embargo, aquella ventana no es lo suficientemente grande para permitirnos observar el horizonte en su totalidad, pues entre el sujeto y el paisaje se levantan los muros del olvido que se convierten en el principal obstáculo para la vista. Además, el cristal de la ventana transforma los colores de la realidad dándoles matices que engañan los ojos del historiador; ese mismo vidrio le impide conocer la intensidad con que sopla el viento, saber si afuera hace frío o llueve. No obstante, el estudioso de la historia de ninguna manera exclamará “¡no puedo estar en el campo, y por tanto, no puedo conocerlo!”.

Es así que podemos afirmar que las fuentes nos ofrecen una visión fragmentaría del pasado, nunca al pasado en sí.

En nuestros días los recursos que los estudiantes, por ejemplo de bachillerato, pueden utilizar como fuentes son bastante amplios. Entre ellos podemos mencionar los libros, periódicos, revistas y también el internet. El estudiante no debe olvidar que cada uno de estos recursos tiene grandes virtudes, pero también puede carecer de cualquier fundamento. Por ello, uno nunca debe dejar de hacer a sus fuentes una serie de preguntas básicas que le ayudarán a contextualizarla y así ver de qué manera la podemos aprovechar; a saber, estas son las preguntas que debemos formular:

  1. ¿Quién la generó?
  2. ¿Con qué propósito lo hizo?
  3. ¿Cuándo se generó?
  4. ¿Dónde se generó?

Además, no se debe olvidar una división básica de las fuentes, la cual se hace de acuerdo con los individuos que las producen y el momento en que se generan. Así podemos considerarlas como fuentes primarias y fuentes secundarias.

De manera muy simple, diremos que una fuente primaria es la que generan los propios protagonistas del suceso que se está investigando. Una fuente secundaria es la que se genera después de que han sucedido los procesos históricos con la intención de interpretarlos y analizarlos.

Concluiremos estas breves líneas con una invitación para que los lectores aumenten, corrijan, cuestionen, y expresen sus dudas sobre el contenido de las mismas, esperando que así se dé un diálogo provechoso para todos aquellos que escuchamos las palabras de Clío.

Algunas recomendaciones bibliográficas.

Carr H. Edward: ¿Qué es la historia? Ed. definitiva. Traducción del inglés por Joaquín Romero Maura. México, Ariel, 1990.

Collinwood, R.G: Idea de la historia. 2 ed. Traducción del inglés por Edmundo O’Gorman y Jorge Hernández Campos. México, Fondo de Cultura Económica, 1980.

Gaos, José: “Notas sobre la historiografía”, en Historia Mexicana, vol. IX, abril-junio 1960, núm. 4. p. 481-508.

Iglesia, Ramón: El hombre Colón y otros ensayos. México, Fondo de Cultura Económica, 1986.

Matute, Álvaro: La teoría de la historia en México (1940-1973). México, Secretaría de Educación Pública, 1974 (Sep setentas, 126).

Xirau, Ramón: Introducción a la historia de la filosofía. 13 ed. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2001.

Arcángello Rafael Flores Hernández.

Historiador por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

Estudiante de maestría en el Posgrado de Estudios Mesoamericanos

Profesor de historia y orgulloso miembro de Palabra de Clío A.C.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Estados incipientes en las tierras altas de Guatemala durante el período preclásico.


Lic. Juan Carlos De La Peña Hernández

Historia SUA

Facultad de Filosofía y Letras

UNAM

La formación de pequeñas aldeas en la zona sureste de lo que actualmente es nuestro país y la zona de Guatemala, son ejemplos de estadíos anteriores al período preclásico y presentan pruebas de datarse su antigüedad en el período arcaico (8000 – 2000 a.C.). Estas aglomeraciones humanas aprovechaban los recursos de la zona para mantenerse y a la vez, empieza la formación de los primeros cacicazgos. Las formas de vida que imperaban estaban directamente relacionadas con la dependencia al medio ambiente , la agricultura no estaba desarrollada, tampoco la cría de animales. La organización social de los elementos de la producción requería en primer lugar un cacique que se encargaba de la distribución de los bienes en especie que se conseguían y además de el control de los excedentes agrarios, así tambien tornaba las medidas pertinentes en caso de que las cosechas se malograran (en una época posterior).

La época del preclásico temprano y su primera mitad (1100 a.C.) se ha estudiado gracias a los hallazgos de cerámica que se han encontrado en la zona. Las cerámicas más antiguas son de Chantuno y data probablemente de un momento entre el 2000 y el 1700 a.C. Hacia el año 1200 a.C. esta fase se enlaza con la tradición cerámica “Ocos”.

Uno de los primeros cacicazgos regionales de importancia fue el de la Ciudad de la Blanca, la cual dominaba en el territorio comprendido entre la costa del Pacífico y las tierras altas. Con esta aparición se da la transcisión del preclásico temprano al medio alrededor del año 1000 a.C. Excavaciones relativas al preclásico medio y tardío (del 800 al 200 a.C.) revelan que había poblaciones rurales y semicomplejas en la totalidad de Guatemala y en buena parte de Chiapas, Belice y El Salvador. El Baúl, Balberta y Monte Alto fueron habitadas entre los años 800 y 100 a.C. Estas ciudades estaban a lo largo de corredores comerciales de importancia. Es de notarse la influencia olmeca que se refleja en esculturas y cerámicas.

Durante el preclásico medio, se dio la formación de pequeños estados tales como La Lagunita y El Portón, Las excavaciones han demostrado la presencia tumbas con gran riqueza ornamental, estilos regionales artísticos que indican la especialización de la sociedad.

Kaminaljuyú, fue probablemente la población preclásica más importante de las tierras altas de Guatemala, dicha población fue en el Preclásico la más importante de Guatemala , poseedora de grandes complejos ceremoniales, numerosas esculturas, tumbas monumentos funerarios e ingeniosas instalaciones de riego. Así mismo se practicaba la agricultura intensiva. Su desarrollo y esplendor se dio entre 400 a.C. al 100 a.C. Además de los sistemas de escritura que se han encontrado (según una investigación realizada en 1996), constituyen uno de los más antiguos de Mesoamérica. Esta rama lingüística está emparentada con la lengua ch´ol. Estas lenguas estaban emparentadas con las de las tierras bajas. También poseían la misma estructura social que los primeros ( soberano divinizado en su centro).

Es probable que haya existido en Kaminaljuyú una estructura altamente centralizada. Existían instituciones de control y de los recursos hídricos y de las instalaciones de riego, La ciudad llegó a tener ciudades satélite a finales del preclásico. Su decadencia se vió condicionada por la llegada de grupos lingüísticos quiché, así como también por la fundación del poblado de Solano en las rutas comerciales del emporio. Los quiché la colonizaron alrededor del año 200 d.C. Durante la fase siguiente ( Aurora), se da un retroceso en los estilos de la cerámica y también la destrucción de monumentos con inscripciones jeroglíficas, lo más probable es que los quiché hayan sido los responsables de este acto, pues no tenían este tipo de escritura.

Durante los 200 años que duró la fase Aurora, se dieron cambios de gran importancia en el territorio maya, Las ciudades de Tikal y Uaxactún reemplazaron en su función de metrópolis a El Mirador y Nakbé. El apogeo de la cultura maya se dio en el Clásico ( 250 – 909 d.C. )

La influencia de Teotihuacan en el área maya (sobre todo en la costa de Pacífico y en Amatitlán, al sur del valle), se dio probablemente por conquistas militares o por la monopolización del comercio. De hecho Kaminaljuyú fue conquistada por los teotihuacanos formando un triángulo con Solano y Frutal para el control del comercio entre las zonas del cultivo del cacao y las tierras altas quiché.1

La fase Esperanza (400 – 550 d.C.) esta representada por la arquitectura de talud y tablero, cerámica diferente a la de la fase anterior y campos de juego de pelota. La evolución demográfica del valle alcanzó un punto culminante. Se dice que llegó a tener 15. 000 habitantes antes de que se despoblase de manera definitiva en 800 d.C.

El ascenso de los quiché y su despliegue a través de las tierras altas marcan el inicio del posclásico, etapa de disensiones internas y contactos forzados con extranjeros del centro de México. Kaminaljuyú fue el primer estado del preclásico maya y es probable que haya servido de modelo a los más tardíos estados del clásico.

Bibliografía

Fahnsen, Federico, “De los cacicazgos a los estados en las tierras altas de Guatemala”, Los Mayas, Una civilización milenaria (N. Grube, ed.), pp. 87 – 95, Editorial Köneman, Colonia, Alemania, 2000.

Sharer, Robert, La civilización maya, Fondo de Cultura Económica, México.

martes, 1 de septiembre de 2009

México 1847, ¿pérdida o despojo?



Índice


Introducción Itzel Magaña Ocaña
Los liberales mexicanos y el modelo norteamericano Sabino González y José Luis Chong
La independencia de Texas como antecedente de la guerra de 1847 María del Rosario Tun y Julio César Rios
Destino Manifiesto y expansión territorial Ma. Concepción Delgado
Santa Anna y la guerra del 47 Viridiana Olmos y Ramsés Ramírez
La conspiración monárquica: los conservadores y España (1845-46) Juan Manuel Melchor
Batallón de San Patricio Roberto Quiroz y Raymundo Casanova
La Iglesia mexicana frente a la guerra Filiberto Romo
El federalismo y el problema de las finanzas Patricia Márquez
La sociedad mexicana y la guerra Nuria Galí y Javier Hernández
La Guerra de Castas Leticia Torres y Humberto Flores
Tratado de Guadalupe Hidalgo: el costo para México de la Doctrina MonroeYunuén Carrillo
Personajes de la guerra de 1847: políticos y colonos americanos Itzel Magaña
Conclusiones: De cómo los enanos también empezaron desde pequeñosClaudia Espino y Rafael Luna

Donativo: Versión impresa $150.00. Versión digital (PDF): $100.00)