De jacarandas abandonadas
Finales de marzo. Es el momento en el que los capitalinos se
quejan del calor y en que los no-capitalinos se ríen de nosotros. Es el momento
en el que las gloriosas jacarandas estallan de color, más aun que al principio
de su floración. El momento en el que el cielo es azul brillante y en el que
voltear hacia él deslumbra.
Para mí, el tiempo en el que mis amigos jacarandosos sacan
su ropita de colores y se adornan más que de costumbre, llenos de alegría y de
ideas festividas, y en sus pláticas resuenan notas vivas y de buen humor.
Para una amiga, jacarandófila,
es el tiempo de caminar en los viveros de Coyoacán con más enjundia que de
costumbre, es su tiempo de mirar hacia arriba y de sonreír, por fuera y por
dentro.
Para todos nosotros, tiempo de renacer, de abrir grandes las
ventanas y de invitar a los cuates a carnes asadas en la azotea.
Finales de marzo del 2020.
Vemos las jacarandas desde las ventanas, resaltan sobre el
cielo azul radiante. Y sudamos porque el calor sí llegó y sí nos hace sufrir.
Pero esta vez nadie se ríe de nosotros en las redes
sociales, no porque no seamos cómicos, sino porque se nos olvida mencionar el
clima.
Los viveros están cerrados, mi amiga poco habla, su encierro
es completo, casi feroz.
Mis amigos jacarandosos no han subido fotos, será que ni
bailan, ni bromean, ni chascarrillos se echan.
La jacaranda que está frente a mi ventana pierde, lentamente
sus flores. Y lentamente las dispersa el aire y al caño van a dar.
Y recuerdo el principio del mes, en que salimos de morado
vestidos tantos y tantas a decir su ira frente a la violencia infligida sobre
las mujeres en México.
Y recuerdo que al ver las fotos aéreas se nos comparó con
las jacarandas.
Y pienso que se nos olvida, en medio de la vorágine que nos
habita por el aislamiento, los miedos y los proyectos fallidos, que en México
se sigue lastimando, golpeando, violando y asesinando a las mujeres. Seguimos
en un promedio de 10 asesinadas por día. Y para ellas, no hay conferencia
diaria a las 19 horas. Y entiendo que nada se puede hacer, si ya en tiempos de
no-peste no se podía…
Y veo, porque luego los ojos del alma
me traicionan, flores de jacaranda humanas dispersadas por la indiferencia ir
lentamente a dar al caño.
Y con ellas los rojos colorines de sangre tiñendo el suelo
ardiente.
Gwenn-Aëlle
http://gwennalle.wordpress.com/
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