miércoles, 4 de octubre de 2017

La recuperación del mundo prehispánico a través de la pintura y la música en el México del siglo XIX: ¿una intención de construcción de identidad?



La recuperación del mundo prehispánico a través de la pintura y la música en el México del siglo XIX: ¿una intención de construcción de identidad?[1]
Áurea Maya Alcántara
Para Áurea Maya la sociedad mexicana del siglo XIX se creó una identidad propia a partir de su pasado prehispánico. Las fuentes que presenta la autora provienen de la historia del arte y de la música, traslada su texto a la Ilustración y a las Reformas Borbónicas.
El estudio de la culturas prehispánicas es, en parte realizado, por Alexander von Humboldt al que siguieron investigadores de origen inglés, francés y alemán que realizaron dibujos de algunas zonas arqueológicas mayas. También llegaron fotógrafos que se valieron del daguerrotipo. Por su parte, los llamados ilustrados mexicanos como Lucas Alamán, Joaquín García I., Manuel Orozco y otros más sentaron las bases para realizar investigaciones sobre el tema.
En lo que respecta a la música decimonónica esta se establece gracias a José Antonio Gómez quien crea la Primera Sociedad Filarmónica Mexicana, en 1839, también fundó el Conservatorio Mexicano de Ciencias y Bellas Artes, escribió sobre música pero no tocó el tema prehispánico.
Por su parte, la Academia de San Carlos fue reestructurada y con esto aumentaron las obras de tema prehispánico. Autores como “…Pelegrín Clave en pintura; Manuel Vilar en escultura y Javier Cavallari en arquitectura”[2] fueron contratados para llevar a cabo la actualización de la academia. En 1861, José Fernando Ramírez fue nombrado ministro de Relaciones del Segundo Imperio y desde ahí se encargó de exaltar la historia de las culturas prehispánicas.
En Jalisco se fundó la Sociedad Jalisciense de Bellas Artes (1857) en donde se montaron exposiciones de temas prehispánicos. Algunos de los integrantes de dicha sociedad fueron Pablo Valdés, Espiridión Carrión y Clemente Aguirre (músico), estos se dedicaron a exaltar la cultura prehispánica desde sus diferentes especialidades.
Al finalizar la Guerra de Reforma quien toma en sus manos la labor cultural fue Ignacio Manuel Altamirano y la Academia cambia su nombre por de Escuela Nacional de Bellas Artes. Aparecieron obras como El descubrimiento del pulque de José María Obregón que ha sido fuente de discusiones sobre su interpretación y origen. Áurea Maya recurre a  Justino Fernández quien decía “…lo más importante a destacar fue el reconocimiento del pasado indígena como propio”.[3] Con esto se perseguía que se conociera la historia de México en todos los niveles.
Uno de los principales mecenas de la época fue Felipe Sánchez Solís de raíces indígenas, hablante de náhuatl y, según él mismo, “descendiente de una noble familia azteca”. Su labor se encaminó a ser un promotor de la cultura prehispánica y así su trabajo consistió impulsar el crecimiento de la pintura nacionalista basada en temas esos temas.
En lo referente a los temas musicales apareció la Sociedad Netzahualcóyotl de la que se tienen pocos datos pero una información la ubica como promotora de conciertos presidida en primera instancia por Sánchez Solís y posteriormente por Ignacio Manuel Altamirano.
Ya durante el porfiriato Sánchez Solís se manifestó en contra del régimen y su labor quedó en el olvido hasta el arribo de Los Científicos y las principales manifestaciones de las raíces prehispánicas se dieron sobre todo en la música, en especial en la ópera con obras como Cuauhtémoc de Aniceto Ortega y Atzimba de Ricardo Castro.



[1] Artículo publicado en Diacronías, Año 10, número 17, CDMX, abril 2017. pp. 47-63.
[2] Áurea Maya, op. cit., pp. 50.
[3] Ib., pp. 53.

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