martes, 4 de junio de 2019

1968: ¿el clavo que cerró el ataúd de la izquierda?


RESEÑA.
1968: ¿el clavo que cerró el ataúd de la izquierda?  Raúl Domínguez Martínez.[1]



Para Raúl Domínguez el año 1968 estuvo marcado por una serie de eventos que tuvieron su origen en la Universidad de Nanterre en Francia, cuando los estudiantes ocuparon algunas instalaciones del plantel a este movimiento de protesta se unieron, tiempo después, los trabajadores del transporte, sindicatos y varias de las fábricas más importantes del país. Bajo esas circunstancias, los “rebeldes” se enfrentaron al orden público con piedras y “convirtieron sus universidades en trincheras”. Al mismo tiempo, 1968 se relaciona en la actualidad,  según el autor, “… rebeldía, insubordinación, movilización, etc.”. Y hoy en día, en Francia se dan movimientos sociales que, posiblemente, se alientan en el histórico “Mayo Francés”.
Así pues, el 68 se convierte en un año en el que las protestas y actos de rebeldía de la actualidad tienen como referente las acciones acontecidas en ese año. A la par de estas reflexiones, Raúl Domínguez dice que el año 1968 se constituyó en un tiempo de enorme influencia histórica, dinámico en el que grandes transformaciones tuvieron lugar en la sociedad, también fue el momento en el cual algunos valores y maneras de ver la vida fueron trastocados por medios y actitudes de inconformidad. En esa vorágine de acciones de protestas se incluyó a la Iglesia Católica que vio amenazada su jerarquía debido a la aparición de un texto elaborado por un sacerdote suizo titulada Declaración por la libertad de la Teología, que fue leída y aceptada por más de mil estudiosos de la teología en el mundo.
Bajo estas circunstancias, el principal actor subversivo fue la juventud cuyas características estuvieron constituidas por la espontaneidad, la no existencia de líderes formales y la no pertenencia a organizaciones políticas o sociales. Citando a Sartre que dice:

 Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a eso.[2]
 Domínguez reafirma el papel protagónico de la juventud en 1968 que motivó una serie de cambios sociales y, aún más, para Salvador Allende, dice el autor, el joven debe ser revolucionario y el no serlo es una contradicción biológica.
Por supuesto que la respuesta del sistema imperante no se hizo esperar y la represión violenta hizo su aparición. Sin embargo, el movimiento juvenil de 1968 no fue planeado y hoy deben seguir siendo estudiadas las causas, motivos y consecuencias del mismo, al mismo tiempo de los porqués este se dio de forma casi simultánea en distintas partes del mundo.
En México el movimiento de 1968 se identifica con el mundo juvenil en contra del autoritarismo, los estudiantes fueron los protagonistas, poseedores de un cierto nivel de estudios que les otorgaban la posibilidad de realizar un análisis crítico de las situaciones que se vivían en el país.
Para terminar su artículo Domínguez se apoya en Hermann Bellinghausen que dice en la actualidad “¿Ya somos aquello contra lo que luchamos a los veinte años?” y concluye que el año 1968 en México es una fecha que invita a realizar nuevos análisis por parte de la ciencias sociales y en especial de la historia ya que “… contiene muchos elementos por revelar”.


[1] Diacronías, Palabra de Clío A.C., CDMX,  año 12, número 20, enero 2019, pp. 121-134.
[2] Raúl Domínguez Martínez, “1968: ¿el clavo que cerró el ataúd de la izquierda? en Diacronías, Palabra de Clío A.C., CDMX,  año 12, número 20, enero 2019, pp. 121-134.


1 comentario:

calaca dijo...

¡Qué interesante!